Para mí no hay alegría, atravieso las puertas del dolor.
Para mí no hay alegría, atravieso todas las puertas.
No hay salida. No hay salida.
Cuán hermoso el cuerpo que acariciaba,
el cuerpo que acariciaba con tanto placer.
Cuán hermoso campo de suspiros,
el cuerpo que acariciaba...
Yerro. No conozco más el mundo.
A quien he querido ya no está conmigo.
Yerro, acierta mi destino.
Vapor de aguas profundas no me deja ver.
Aguas de muerte que atravieso con los ojos.
Acierta el gusano, un día, dos días, tres,
la vida, la eternidad, acierta,
el gusano sobre el cuerpo que acariciaba.
¡Cuán hermoso!
¡Hermosa arcilla! ¡Preciosa arcilla del apsu!
Has colmado de estremecimiento mi corazón,
de angustia mis venas,
¿A dónde me has llevado?
¿En dónde estoy?
No quiero que las aguas me toquen.
Para mí no hay alegría, atravieso las puertas del dolor.
Para mí no hay alegría, atravieso todas las puertas.
No hay salida. No hay salida.
Seis días, siete noches,
derramé mi semen.
Creí en la vida. Creí.
Me arrancaste de Uruk, corrí tras de ti,
Un día creí.
Seis días, siete noches,
contemplé mi semen.
Vacío blanco.
Seis días lloré,
siete noches me cubrí de tinieblas.
Salí de Uruk, subí a la montaña,
di muerte a los demonios,
salí de mí.
Para mí no hay alegría, me siento en todas las mesas.
Tomé tu cuerpo, que habitaba todos los cuerpos,
yací en tu regazo, gocé tu posesión,
tomé tu sexo de arcilla, yací contigo, oscuro apsu.
Caí, no me levanté antes del sexto día,
el séptimo me marché tras de ti.
Quise ofrecer un último beso al león,
un beso a la pantera, uno al cuervo,
muchos a los ojos de la tarántula.
¡y el agua tan dulce del río! ¡Oh Éufrates!
¡Viejas aguas donde abrevaba mi manada!
¡Amargura! Descubrí su amargura.
Te abracé, lloré semen sobre tu sexo de agua,
Te abracé, te prodigué brazos solares,
cerré las puertas y te acaricié.
No hay salida.
Estoy atrapado en la carne de dios,
dios que sangra, que eyacula.
¿En dónde estoy?
“¡Bah, qué sabes de la vida!” dijiste,
“Te llevaré a Uruk”, tomaste mi mano.
Yací con hieródulas que realzan sus formas,
que ajustan su seno y trenzan el peinado.
Me llevaste a Uruk.
Bebí, metí a mi cuerpo amarga cebada,
¡Qué sabía de la vida! Sólo gritos bestiales,
dolor animal suspendido en el río,
sólo conocía las miradas del terror.
¡Me dejaste sin hogar!
No hay camino de regreso, no sin lágrimas,
no sin visiones nocturnas que torturan mi carne.
¿En dónde me has dejado?
No encuentro la salida.
Para mí no hay alegría.
Ninsut mi madre, Ninsut, la del prepotente bramido,
Ninsut me ha mentido,
¿Por qué parir a este dictador?
Mi madre no conoce el mundo
¿Por qué tanta mirada de ternura? ¿Por qué el falso consuelo?
“Vendrá a ti el amor, su poder será grande,
como un trozo de cielo será grande su vigor,
como a una esposa lo acariciarás, de ninguna manera te abandonará”
¡La mentira me ha dado a luz!
¡Acierta el gusano!
¡La arcilla no miente!
Entro al apsu, quito de mi cuerpo las sandalias,
el manto y el cinturón,
tiro el cetro, la corona, entro al destino.
Yerro. No conozco más el mundo.
A quien he querido ya no está conmigo.
Contemplo el rastro de mis lágrimas blancas,
mis humedades, mi oscura voz,
todos los sexos de mis suspiros,
todas las formas de la arcilla.
Cuán hermoso el cuerpo que acariciaba,
el cuerpo que acariciaba con tanto placer,
el cuerpo que trabó mi cuerpo en lucha.
Como dos astros que chocaban.
Como dos toros, dos bramidos,
¡se estremecieron los muros!
Cuán hermosa arcilla moldeé
caja de gusanos que arrancaba el corazón.
¡Cuánto te amé!
¡Todas tus encarnaciones!
Por ti desprecié lo alto, rompí el cristal del cielo,
cayeron las nubes, cayeron las estrellas,
hice llorar a los dioses, rompí el gozo del cielo.
Y ahora me abandonas,
ahora duermes, no escuchas.
¡Despierta! ¡Despierta!
Arranca al gusano de la noche,
invisible gusano de tormenta,
¡Abre los ojos! Disipa la tiniebla.
Cansado estoy de llorar, cansado de creer.
Para mí no hay alegría, atravieso las puertas del dolor.
Para mí no hay alegría, atravieso todas las puertas.
No hay salida. No hay salida.
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