¿Cómo fue concebida la filosofía en el Medievo? En el primer siglo del cristianismo, éste era presentado por algunos seguidores como la filosofía eterna. Lo que estos no sabían o no tomaban en cuenta, era que desde tiempos remotos existía relación entre el judaísmo y la filosofía griega, pues en el “Logos griego” y el “Logos cristiano” existe un importante parentesco entre ambos vocabularios en relación a una primera causa o ser creador.
Los primeros cristianos ya no sólo disponían de los elementos del Discurso verdadero y de la Razón perfecta, sino que estaban en posesión del Logos, que a la vez estaba encarnado en Jesucristo. Ya para el siglo III, Clemente de Alejandría –padre de la Iglesia— nombra al cristianismo como la verdadera filosofía, “aquella que conduce de manera que uno se asemeje a Dios”. Este concepto hace que aquellos cristianos se consideraran filósofos, pues estos también tenían un discurso y forma de vida.
Para este tiempo se abrieron escuelas que ofrecían un tipo de enseñanza muy similar al de las escuelas filosóficas contemporáneas, pues así como los platónicos leían textos de Platón donde podían obtener un cierto progreso espiritual y estilo de vida, los cristianos hacían lectura del Antiguo Testamento, obteniendo mediante ello el conocimiento referente a la ética, física y teología. La lectura de ambos textos es una lectura “espiritual” en estrecha relación con el progreso del alma logrando así un modo de vida, tanto filosófico como cristiano.
En algunos textos de Platón y Aristóteles podemos ver toda una tradición de teología sistemática, tradición que distinguía las diferentes fuentes de revelación, así como modos de acción y distintos grados de la realidad divina. Esta tradición fue tomada por el cristianismo como modelo para algunas de sus doctrinas religiosas. Entre estos modelos está el que sirve para alcanzar la perfección cristiana, la imitación de Cristo, por mencionar algunos. También se puede observar la influencia del estoicismo, así como del epicureísmo, ambos se ven reflejados en el modo de vida monástico, donde la actividad fundamental era “poner atención a uno mismo”, donde mediante el uso de determinadas prácticas se tenía que lograr el triunfo sobre las pasiones. Esto también derivaba en registrar por escrito las acciones y movimientos propios, los del alma. La opinión y postura sobre la muerte era aquella que se tenía en la escuela estoica.
Para alcanzar o poder tener una experiencia religiosa, o sea un contacto con Dios, era de suma importancia hacer una separación alma- cuerpo. Separarse definitivamente del cuerpo, del mundo sensible, causando así la ausencia de pasiones para poder contemplar a Dios. Esto es análogo al proceso filosófico de Platón, donde se debe ascender ordenadamente para poder contemplar el mundo inteligible. Este modelo platónico lo adoptaría el cristianismo, transformándolo conforme a sus principios, poniéndolo en primer término y como necesario para la unión con el Creador.
El cristianismo adoptó diversos modelos que eran propios de la filosofía antigua. Aquí el cristianismo tenía un discurso (Logos- Dios) y un modo de vida (imitación de Cristo). Como diría más tarde Nietzsche: “El cristianismo es un platonismo para el pueblo”1. EN el cristianismo hay un tipo de vida conforme al espíritu, análoga al de los platónicos, donde se trataré de huir del cuerpo para orientarse a una realidad inteligible y trascendente, y, si es posible, alcanzarla por medio de una experiencia mística.
En el Medievo, vemos que la atención a uno mismo, la búsqueda de la impasibilidad y la paz del alma, ausencia de preocupaciones, y sobre todo, la separación del alma- cuerpo, se volvieron los objetivos primordiales de la vida espiritual.
1 Nietzsche, Más allá del bien y del mal. Prefacio.
BIBLIOGRAFÍA
HADOT, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua?, Ruptura y continuidad. La Edad Media y los Tiempos Modernos. FCE, México.
JAVIER FUENTES
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