lunes, 6 de diciembre de 2010

San Agustin Confesiones -LO DIFICIL DE DEJAR-

En el libro octavo de sus Confesiones, San Agustín nos explica cuan difícil fue librarse de los apetitos carnales, (gloria, riquezas, coito). Y como lucho por la toma del camino correcto.
En la búsqueda o necesidad por recibir a Dios en su interior, aceptando el camino que le es mostrado deseando estar firme y constante con Dios.
Ya nada lo hacía más feliz que la hermosura y suavidad de la casa de Dios que amaba más que todo lo demás.
Qué difícil es dejar esta vida tan llena de todo, satisfactoria físicamente y entregarse a un completo abandono de todo esto una vida de espiritualidad donde uno se llena por dentro con la sabiduría de Dios. Y es en esta una lucha intensa, e incluso donde en la penitencia va la recompensa,”que hay hombres que a sí mismos se han hecho eunucos para conseguir el reino de los cielos, pero que esto lo ejecute el que tenga fuerzas para ejecutarlo”. Por apagar el vicio, por dejar a un lado el deseo.
Si es que se es más feliz del cambio de un solo hombre pecador hacia el lado contrario del pecado. Diciéndonos San Agustín: “triunfa un emperador cuando ha vencido; y no venciera si no hubiera peleado; y cuanto mayor fue el peligro en la batalla, tanto es mayor en el triunfo la alegría.
Nada que se nos da fácil es disfrutado no hay nada que sepa más rico y dulce que por lo que uno lucha o se esfuerza, el deseo hace al objeto del mismo todo un deleite preciso el agua al sediento, la comida al hambriento y así con todo cuanto más se quiere algo y se trabaja por conseguirlo la recompensa será mucho mayor aun “a la mayor alegría precede la mayor molestia”.
“… la carne tienen deseos contrarios al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne”
Así es que este se nos encontraba dormido así mismo en el mundo lleno de cosas y como con un pesado sueño del que no se quiere despertar a si mismo este no quería abandonar el mundo a pesar de que en sus sueños le hablaban de Dios.
De nada servía que su alma supiese cual era el camino adecuado ya que su cuerpo contrario a su alma estaba ahí atrapado con los deseos de la carne llevándolo cautivo solo y simplemente al pecado.
El vencedor de la guerra entre espíritu y alma se revela en la imagen de San Antonio abad, el abandono total de lo mundano para seguir a Dios.
Agustín se identifica y se da cuenta si ellos han podido el también a pesar de la guerra entre bien y mal la pesadez y el dolor que esta guerra le ha ocasionado el dolor de dejar lo conocido y aquello llamándole diciéndole que si es que este le abandonara como si no fuera nada, pero el querer y el poder son diferentes ya que no siempre se hace lo que se quiere ya que a veces se actúa de maneras que no se deseaba mientras que el la voluntad es lo mismo el querer que el poder, y lo que Agustín quería era entregarse a Dios y en este acto mismo ya va la acción al querer hacer dicha cosa.
Dolor sufrimiento pero Dios no t abandona tantos susurros que no lo dejaban marcharse pero la guerra se está ganando pero para ganar hay que vencer y al vencer siempre viene un estado de paz en este caso fue de llanto por todo lo malo por el por lo perdido que andaba en el camino hasta que se dio cuenta y decidió abrirse paso por el buen camino de Dios y así la nube negra del pasado llego para marcharse por el viento que esta plegaria le arrojo: “No en banquetes ni embriagueces, no en vicios y deshonestidades, no en contiendas y emulaciones, sino revestíos de Nuestro Señor Jesucristo, y no empleis vuestro cuidado en satisfacer los apetitos del cuerpo.”

La maldad, es la putrefacción de una naturaleza que fue creada buena por el bien supremo. Dios.

Juarez Contreras Cinthia

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