jueves, 7 de octubre de 2010

La fe es ciega. Daniel Martínez Moreno

La fe es ciega.

La figura de Job es usada emblemáticamente como el estandarte de muchas religiones o credos –judíos, cristianos, sumerios, babilónicos– para demostrar la necesidad de que el hombre debe cumplir, a capricho, con la devoción total y la resignación de todos aquellos tormentos o designios enviados por Dios… Job es un santo, es quien lleva, dentro de sí, integridad de espíritu y fortaleza para sobrellevar las dificultades. Job representa la perfección y la rectidud (la justicia). El es el más fiel seguidor de Dios, devoto, único entre los humanos por las cualidades que en ocasiones parecen rayar en una actitud divina.
¿Por qué Dios castiga a Job? ¿Por qué Dios permite el sufrimiento de su hijo más leal?... ¿Qué sentido tiene la justicia para Dios? ¿Por qué el “perfecto y justo” tiene que sufrir?...

Satanás es quien relamente logra hacer ver la enseñanza, Dios, todopoderoso, no se ocupa de la felicidad de los hombre de manera equitativa, igualitaria o justa. Al bueno le puede ir mal, y al malo bien, pero nunca es permitido renegar el nombre de Dios, y mucho menos, haciendo uso de la herramienta más valiosa del hombre: la razón. No se puede cuestionar la autoridad divina. No se puede ir en contra de lo que Dios decida. Ni siquiera Satanás (que en ocasiones representa a la sabiduría [no necesariamente la razón]) puede violentar sin permiso de Dios, no puede causar males a sus hijos a placer; no puede actuar en contra de los demás hijos de Dios, si no es con la autorización última y definitoria del Creador.

La autoridad suprema, incuestionable, única, es Dios. ¿Qué puede renegar el hijo perfecto ante un Padre divino que parece volverse más humano que él? Nada. El creer ciegamente se vuelve requisito indispensable para poder llegar a Dios, creer sin razón y sufrir es el camino. El resultado es al final que Dios da más a quien cree en el sin cuestionar nada, sin pedir algún porque. Las razones son innecesarias.

En lo que parece ser un simple juego, Dios apuesta a su hijo mas fiel. En una reunión, Dios pregunta de manera muy sospechosa a Satanás, que si ahora que ha estado recorriendo la tierra, no se a fijado en su inquebrantable, siempre digno y perfecto hijo llamado Job, su más ferviente seguidor. Pareciera que Dios quiere hacer notar a Job ante Satanás, como presumiendolo… hay quien puede soportar perderlo todo. Satanás niega esta posibilidad, En realidad la cara que nos muestra Satanás es la de la sabiduría, la del el hemano mayor que quiere que el hombre se de cuenta de la incongruencia que se crea al intentar comprender y obedecer una fuerza omnipotente. La fuerza y la sabiduría de la divinidad es incomprensible. Para poder llegar a tener una respuesta por parte de Dios, como Job, es necesario, en primer lugar, un largo camino de sufrimiento, de angustia, de desolación. Dejar toda desición última a Dios, es lo que se nos pide. Dejar que se obre sólo según su voluntad, aún si esto implica sufrir, es la máxima que impone. El camino difícil y sufrido es necesario para poder tener una revelación. Las recompensas son los bienes multiplicados (aunque no se menciona que Dios alla revivido a sus hijos anteriores).

Dios no quiere, como requisito para poder ser vislumbrado, que el hombre sea bueno, que tenga acciones nobles. La única manera tiene el hombre de acceder al conocimiento de lo divino, o de las cosas divinas, es por la vía del sufrimiento. Con lo anterior, se pone en tela de juicio la bondad de Dios.

¿Cuales son los requisitos que impone Dios a los hombres? Acaso creer ciegamente, creer sin razón. No es para sorprenderse, la razón y la fe, son cosas que difícilmente pueden ir de la mano. La razón , por un lado, es la que permite al hombre explicar el mundo, le da sentido a las cosas, coherencia; y la fe, no necesita de razones, es ciega, no necsita más que el creer, es incoherente en ocasiones y hasta absurda en otras. En este caso, a pesar de que Dios aumenta los bienes que Job tenía en un principio, pide a Job como último requisito para algo más alla de su ya lograda perfección (que Dios reconoce a Job, ante Satanas, con cualidades especiales que lo hacían ”el más grande de los hombres”, integro, recto y apartado del mal), el no cuestionar nunca por alguna inconformidad, resignación total, sumisión (cosa que le permite a Satanás, quein cuestiona el conocimiento de Dios, de que Job sea un hijo perfecto).

A fin de cuentas, el sufrimiento de Job es un misterio, es algo que rebasa las capacidades cognocitivas de los hombres. Lo que no se sabe es: ¿Por qué el camino del sufrimiento, de la completa resignación, es el único camino posible para lograr la perfección total? ¿Es alguna especie de aprendizaje necesario? Dios sólo responde a Job, lo hace de manera confusa y reprocha el que sea cuestionado. Job dice haber entendido, cosa que sólo le queda clara a el, porque la revelación de Dios es únicamente de manera personal, es un saber del alma (no de la razón).

Daniel Martínez Moreno. Textos III. Unam. Filosofía.

2 comentarios:

Enrique dijo...

Daniel:
El Satán de Job (entendido como el verbo hebreo "obstaculizar") es parte de la corte de Dios, de modo que es Dios quien permite obrar a su Satán, y ese es el meollo del asunto, pues el texto de Job sugiere que ese Dios bueno, omnipotente, es causante del mal.
Por otra parte, la recompensa de Job no es la recuperación de sus bienes y el haber procreado más hijos, sino la respuesta que obtiene de Dios, justo antes de terminar el texto, cuando Job dice: "Te conocía de oídas; pero ahora te veo con mis propios ojos..." Se trata de un tipo de saber distinto al que se refiere la epistemología tradicional, como bien lo mencionas al final de tu texto.
Por otra parte, mencionas en tu segundo párrafo que la razón es la herramienta más valiosa que tiene el hombre, lo cual resulta profundamente cuestionable, por lo que podrías tú mismo dar argumentos a favor o en contra de tu premisa, a partir del libro de Job. Aunque leyendo tu texto, sugieres que no es así. Tal vez podrías profundizar en ello.
Te sugiero acudir a la compilación de Leo Baeck, que se titula: La hora de Job, ya que hay varios artículos que te pueden servir; y al texto de Manuel Castro que se titula: El Dios que da qué pensar.

atopías dijo...

Coincido con lo dicho por Enrique y añado que sería bueno deslindarse del cliché de que la fe sí logra acercarnos a dios, a diferencia de la razón... ¿?!