lunes, 19 de octubre de 2009

El origen de la diferencia entre los sexos en el Génesis bíblico: una variación de la protofantasía freudiana de castración

Como parte del conjunto de nuevos conceptos desarrollados por Sigmund Freud en los albores del siglo XX a raíz de la práctica clínica que bautizó como 'psicoanálisis', se encuentra el interesantísimo concepto de protofantasías o fantasías originarias [Urphantasien]. Las protofantasías son estructuras típicas de las fantasías del sujeto que el psicoanálisis reconoce como fundantes y organizadoras de la vida de la fantasía, independientemente de las experiencias personales de los sujetos.
Entre las protofantasías freudianas, una de las más interesantes, y de la que me serviré aquí quizás con demasiada laxitud, es la fantasía de castración. Dentro de la teoría freudiana, el tema de la castración es muy complejo y está relacionado con otros conceptos centralísimos como el Edipo, el Falo, el deseo y el goce y por supuesto, la madre. Sin embargo, lo que me interesa en este texto de la protofantasía de castración es que, como han pensado algunos intérpretes de Freud, la fantasía de castración responde a la interrogante sobre la diferencia entre los sexos.
En Génesis2.25 dice: “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”. Es este estado idílico Adán y Eva pueden estar desnudos sin avergonzarse porque aún no conocen “el bien y el mal” (léase diferencia entre los sexos). Aquí no hay diferencia entre los sexos puesto que los sujetos suponen que todos los cuerpos están erotizados del mismo modo (no se avergonzaban); a esta suposición es a lo que el psicoanálisis se refiere cuando habla de 'Falo': es la premisa universal del pene. En este mismo estado se encuentra el pequeño Hans, paciente de Freud, cuando sueña que puede verle 'la cosita' a su madre.
Lo terrible, como ya sabemos, sucede después. En 3.4-5 dice: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comais de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. Y entonces mira Eva el arbol y lo encuentra codiciable y toma su fruto y come de él y los mismo hace Adán. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos”. (3.7).
¿Por qué están ligados hasta confundirse el conocimiento del bien y del mal con la vergüenza frente a la desnudez del otro en estos pasajes? Si entendemos estos pasajes en términos de la castración freudiana podemos encontrar cierta coherencia.. Para Bernard: “La fantasía de castración sería el rastro del hiato que separa los pares de categorías”.
Lo que Adán y Eva debían conocer cuando comieran el fruto era lo que Dios sabía; y sin embargo lo que conocen inmediatamente es la vergüenza por la desnudez. ¿Por qué? Porque el dualismo es primigeniamente construido como la diferencia de los sexos y esta tiene un caracter particular entendida de esta manera: es el conocimiento de que hay algo que sobra porque falta. Hay, entre Adán y Eva un pene que sobra, porque ya no es la premisa universal de la fase fálica, sino el pene que Eva no tiene y que Adán puede no tener. Por eso, en términos de Lacan la castración se caracteriza como que “no hay relación sexual”; porque la diferencia entre lo sexos está marcada de por una falta que sobra.

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