martes, 20 de octubre de 2009

La tentativa de una breve lectura mística del Cantar

Dios no aparece en el Cantar. Es como si se tratara de la noche oscura en la cual el creador abandona a su creación, o quizá hace como el demiurgo platónico el cual vuelve a su estado habitual. Sin embargo, usar el panopticón platónico para develar la Weltanschauung que nos podría permitir entrever el Cantar resaltaría los elementos masculinos. Después de todo Platón era griego y como podemos observar en su Banquete, un hombre sostiene relaciones interpersonales que son vistas como más ricas, racionales y virtuosas que con una mujer.
Así, una estación de la conciencia más loable desde la cual observar la razón simbólica encontrada en el texto sería una cosmovisión mística, o al menos más femenina, como la ofrecida por un San Juan de la Cruz. Sin embargo, mi intención no es la de trazar y limitar la analogía solamente con el cristianismo o catolicismo medieval, sino también con el hinduísmo.

La India, no obstante su estatuto político de extrema tolerancia, tiene la suerte de tener una sociedad en la cual la movilidad social es difícil debido a un rígido sistema de castas. No por nada se ha trazado una analogía entre el constructo social de la Europa medieval y la India – el criterio imperante recae en el hecho de que las cosas están dadas, tienen una realidad intrínseca (in se et per se) : es decir que hay un sustento metafísico o Realidad transhistórica, transempírica. Tal fundamento ontológico parece tener por consecuencia, en el plano concreto, la ya mencionada cuasi inmovilidad sociopolítica.
También podemos observar en la India un marcado machismo : lo peor que puede sucederle a una mujer es quedar viuda. Tal vez no por nada Xantipa propone argumentos emotivos (berrea) cuando Sócrates está a momentos de beber la cicuta. La mujer no participa en la guerra, no produce capital sino lo contrario. Solo puede servir para asegurar la decendencia.

Es aquí que el Cantar es curioso; no parece lo suficientemente levítico al no buscar sujetar el amor a reglas como lo desearía la obsesión compulsiva judáica : más bien parece más asemejarse a una estructura femenina.
Encontramos entre las metáforas poéticas símbolos que están en el imaginario del Cantar y en el imaginario del poeta bhakta Kabir : agua, fragancias, joyas, música y sonidos. Y es que lo que sucede en el Cantar está permitido pues sucede en el espacio de lo privado, espacio provisto de solo la suficiente luz para que los amantes se fundan. Es en ese espacio donde la subjetividad circunscrita al judaísmo puede cometer el terrible acto de degustar lo femenino.

De una manera análoga, Kabir al rebelarse contra la rigidez social y promover valores contraculturales, hace uso de casi los mismos símbolos.
Dios ya no se encuentra visible en el mundo, ya no puede ser la luz que, aunque no pensemos en ella, se encuentra ahí y nos permite ver lo que hay. Dios se ha escondido para que el hombre lo encuentre en su interior, en su subjetividad, en lo que en el hinduísmo se piensa como una visión interior del espacio interno de su corazón. Y es ahí donde se encuentra lo divino descondicionándose con el Otro.
La razón simbólica debe ser no interpretada desde sus claves masculinas, ahora ha de ser interpretada desde la noche. Y es que en la noche oscura los ojos ya no ven, pero los oídos escuchan y la nariz olfatea.

Así, aunque el Cantar no hable de Dios, todo huele a Él. Es por eso que sea una interpretación loable el ver en el texto la búsqueda de unión entre el ser individual y el Absoluto, aunque la ontoteológia cristiana oficial nos relate la existencia de un Ser totalmente escindido de su creación, justamente la veta mística radicaría en el rompimiento de tal supuesto. Dios está de algun modo en el mundo, es la belleza que hay alrededor de los amantes y se vuelve, a la par, la belleza personal de los amantes. No me atrevería a afirmar que Dios es el mundo, pero tal vez sea o esté en los amantes y, en particular, aflore en su unión. Si Dios es la unión de los amantes se parecería al Eros platónico, y acabaríamos en la necesidad de interpretar en una clave dualista a un acto que podría ser interpretado como Re-conocimiento en una clave monista. De ahí la problematización de que el ser individual vea su unión con el Absoluto en términos de unyo mystica : el alma es creación del Ser, pero no hay identidad entre el alma y tal Ser.
En el hinduísmo también yug o yuj es unión, pero es unión para el ser condicionado que aun no se vuelve consciente de que él mismo es el Ser.
Sin embargo, pretender interpretar al Cantar en una sola dirección es muy difícil. Se presenta una tendencía mística pero no queda claro si está operando desde el símbolo netamente femenino, en el cual los amantes se sumerjen en la experiencia del Amor como cuando uno se adentra al mar. También hay una tendencia no-mística pues la amante busca al otro para unírsele como si se encontrase fuera de su alcance, o como si fuese Dios fuera del mundo.

--- Carlos Montes

1 comentario:

Black Bird dijo...

Aunque pareciera una obviedad la ausencia de Dios en el cantar me parece, pues como bien observas, este libro de la Biblia nos permite dirigirnos hacia terrenos del erotismo que se entrelazan con la mística, pues el amante busca al amado como se busca a Dios, buscando superar las limitaciones ontológicas del ser humano, por ello se me dificulta pensar el movimiento del Cantar como uno estrictamente femenino, aunque bien en efecto se encuentra un tanto al margen de pasajes con una tendencia política y machista lamentablemente comunes desde siempre.