Karen Hernández Peralta, octubre del 2009.
Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgo, lances, y recelos
susténtase de llantos y de ruego.
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgo, lances, y recelos
susténtase de llantos y de ruego.
Sor Juana Inés de la Cruz
Cantar de cantares de Salomón es una parte de la Biblia que resalta por su contenido. A diferencia de otras secciones de la Biblia esta historia está dedicada al amor mundano, al deseo mutuo entre dos amantes. Quizá lo que más sorprenda, no es precisamente el tema, sino la manera de tratarlo. El relato se mueve entre sinuosas insinuaciones eróticas que no son censuradas, más bien, este tinte erótico es lo que caracteriza al poema, “10. ¡Cuán lindos son tus amores! Más que el vino; olor de tus amores sobre todas las cosas aromáticas/ 11. Panal que destila tus labios, Esposa; miel y leche está en tu lengua, y el olor de tus arreos, como el olor del incienso.”[1] Y más adelante, la esposa: “17. Su paladar, dulzura; y todo él, deseo. Tal es mi Amado, y tal es mí querido, hijas de Jerusalén.”[2]
Ahora bien, la historia Cantar de cantares de Salomón es el conflicto de un deseo: los amantes, deseándose, no consiguen estar juntos. Sin embargo, dicho deseo, en vez de decrecer, aumenta. Esto, porque los amantes tienen las posibilidades y la voluntad de cumplirlo. Las limitaciones que se les presentan no son lo suficientemente insuperables para anular el deseo, al contrario, los adhiere con más fuerza a él. Hasta que por fin, éste se cumple.
El amor mutuo que sientes los amantes es completamente explícito en los siguientes versos:
9. Robaste mi corazón, hermana mía, Esposa; robaste mi corazón con uno de los tus ojos, en un sartal de tu cuello.
10. ¡Cuán lindos son tus amores! Más que el vino; olor de tus amores sobre todas las cosas aromáticas.
11. Panal que destila tus labios, Esposa; miel y leche está en tu lengua, y el olor de tus arreos, como el olor del incienso.[3]
Y ella, por su parte, “Béseme de besos de su boca; que buenos [son] tus amores más que el vino.”[4]; “5. Esforzadme, rodeadme de vasos de vino; cercadme de manzanas, que enferma estoy de amor.”[5]
Pese a este fuerte sentimiento la acción no se concreta. Incluso, se desata el drama:
3. (ESPOSA:) Yo duermo, y el mi corazón vela. La voz de mi querido llama: Abre, hermana mía, compañera mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, y mis cabellos de las gotas de la noche.
4. Desnúdeme mi vestidura; ¿cómo me la vestiré? Lavé mis pies; ¿cómo me los ensuciare?
5. Mi Amado metió la mano por el resquicio [de las puertas], y mis entrañas se estremecieron en mí.
6. Levanteme para abrir a mi Amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corre, sobre los goznes del aldaba.
7. Yo abrí a mi Amado, y mi Amado se había ido, y se había pasado, y mi ánima se me salió en el hablar de él. Busquele, y no le hallé; llamele, y no respondió.
8. Halláronme las guardas que rondan la ciudad; hiriéronme; tomáronme el mi manto, que sobre mí tenía, las guardas de los muros.
9. Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, que si halláredes a mi querido me lo hagáis saber. Que soy enferma de amor.[6]
Las razones por las cuales los amantes no consiguen estar juntos no se manifiestan de manera tácita en el poema. Sin embargo, se intuye que son por situaciones externas a ellos. Al parecer, no lo bastante determinantes para alejarlos:
9. (ESPOSA:) Yo soy de mi Amado, y su deseo a mí.
10. (ESPOSA AL ESPOSO:) Ven, Amado mío, salgamos al campo, moremos en las granjas.
11. Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si florece la vid, si se descubre la menuda uva, si brotan los granados. Allí te daré mis amores.
12. Las mandrágoras si dan olor; que todos los dulces frutos, así los nuevos como los viejos, Amado mío, los guardé para ti.[7]
El deseo se concreta y la historia se acerca a su fin.
La relación entre el deseo de los amantes, de un lado; y las condiciones ajenas a ellos, del otro, generan un tensión dialéctica. Tales condiciones en vez de suprimir el deseo lo alimentan: lo reafirman cuando lo niegan. De ahí que el deseo logre efectuarse.
[1]León, Luis de (1527-1591), Cantar de cantares de Salomón / Fray Luis de León; editor literario Javier San José Lera, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008, capítulo cuarto. Todas las citas del presente trabajo corresponden a esta edición.
[2] Capítulo quinto.
[3] Capítulo cuarto.
[4] Capítulo primero: 1.
[5] Capítulo segundo.
[6] Capítulo quinto.
[7] Capítulo séptimo.
1 comentario:
Karen, el tema que abre el Cantar de los Cantares es excelente, me gusta que hayas escogido este tecto para tu colaboración, pero quizá puedas alimentarla con unas reflexiones más, por lo menos que no desluzca tu entrada frente a un texto tan bello.
Saludos
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