Según cuenta la leyenda, los evangelios de la biblia tienen en común exaltar la divinidad de Cristo, pero, ¿Qué pasaría si aparecieran otros que no demuestren la divinidad del mesías? Al paso del tiempo han aparecido algunos escritos muy antiguos, casi a la par de los textos bíblicos canónicos que se les ha nombrado como evangelios apócrifos o gnósticos, en tales escritos encontramos otro tipo de conocimiento que al parecer, el mismo Jesús enseña a sus discípulos con la intención de mantener dicho conocimiento en el misterio y al alcance de sólo unos pocos como lo menciona en el evangelio de Tomas “Pocos pueden poseer este conocimiento; uno entre mil, dos entre diez mil” tal vez por la oscuridad de su letra, es decir, porque está sujeta a interpretaciones muy profundas que los grandes estudiosos llamaran “revelaciones” para que al adquirir este conocimiento, el hombre adquiera una nueva consciencia de sí mismo.
Justo por eso llevan el nombre de evangelios gnósticos, ya que gnóstico viene del griego “gnosis”, y dicha palabra suele traducirse como conocimiento, pero no como conocimiento racional, sino reflexivo, o por revelación como en este caso. Esta revelación o intuición que desvelan los evangelios gnósticos supones un conocimiento más elevado que los evangelios canónicos, dichos evangelios gnósticos representan un gran peligro para las instituciones cristianas, pues derrumbarían su base al encontrar que el hombre también puede ser divinizado, junto con la mujer, quien ha sido oprimida por la religión desde su creación como lo señala el evangelio de Felipe cuando hace referencia a María Magdalena “el señor la ama más que a nosotros, pues la besa en la boca” si esta afirmación resultara verdadera, la imagen de la mujer ante la iglesia cristiana daría un gran giro y dejaría de ser menospreciada por la iglesia.
La gnosis esta simbolizada por el fuego, esta arranca los velos que nublaban la mirada del alma, el alma despierta de su sueño alcanzando un conocimiento total e inmediato. Dicha metáfora encaja a la perfección con la intención de los evangelios gnósticos, que, según algunas versiones, pretenden demostrar la verdad sobre la figura que representa el cristianismo.
En una comparación sobre uno de los evangelios canónicos y uno de los gnósticos encontramos lo siguiente: Tomás dice en el evangelio de Juan: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Y responde Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”. (Juan, 145-6) en el evangelio (gnóstico) de Tomas encontramos algo similar cuando le hacen la misma pregunta: “el lugar a que podéis llegar, ¡colocaos allí! […] Hay luz dentro de un hombre de luz e ilumina al hombre entero. Si no brilla es oscuridad” si examinamos ambas tesis, podemos decir que son muy parecidas, ya que la primera sostiene que Jesús es la vida, y la segunda invita a una búsqueda dentro de sí mismo, si a la base tenemos que el corazón es la vida, ambas tesis indican un auto-conocimiento.
Los evangelios encontrados en Nag Hammadi han creado una revolución dentro de la tradición judeo-cristiana, ya que plantea una nueva óptica de la postura de Jesús, en la cual encontramos que tuvo descendencia y eso terminaría totalmente con la representación divina que la iglesia ha hecho creer hasta nuestros días, o, exalta la figura femenina que ha carecido de poder dentro de la iglesia has hoy día.
Por Javier Hernández Ruíz.
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