lunes, 9 de noviembre de 2009

Una breve reflexión sobre el dolor en san Agustín

Echando un vistazo a Las Confesiones encontré un capítulo que cautivó mi atención.
La razón de tal cautivación es que es posible interpretarlo de tal manera que dé una respuesta coherente a la interrogante ¿por qué preferir, ya sea racional o emotivamente, una explicación a otra?

La tradición nos ha legado distintas respuestas a semejante pregunta. Sócrates, en un ejercicio racional, hizo uso de la dialéctica. La dialéctica socrático-platónica lleva implícita una identificación del discurso que se prefiere que rompe con la retórica. Si hemos de hacer caso a Aristóteles, la retórica trata de lo verosímil. Es evidente que ante los ojos de Platón la retórica no puede tratar del en-sí o de la naturaleza Real de las cosas. Tal ámbito discursivo es único del filósofo, y la condición de posibilidad es que el filósofo identifique al discurso auténtico, el discurso que hace justicia no solo a los interlocutores, sino a los objetos discursivos, de tal manera que no sea ya la verosimilitud ni la subjetividad del poeta o del retor el criterio. El criterio es un criterio de verdad, y el discurso preferido y auténtico buscado por el criterio es aquel que expone a las cosas tal cual son, es decir, en relación a La Forma (Verdad-Belleza-Bondad).

También en san Agustín hay dialéctica. Es evidente que su criticismo a la doctrina dualista del maniqueísmo se basa en una preferencia racional de una concepción del alma unitaria en vez de una multiplicidad de elementos que entran en pugna dentro del hombre.
Pero el interés de esta entrega no es ya el de argumentar a favor de una preferencia racional. Las preferencias racionales de san Agustín podrían interpretarse históricamente, es decir, debido al Zeitgeist que se erige alrededor del santo y del cual su misma conciencia, tomada como condicionada históricamente, es producto.
Ninguna de las dos perspectivas descritas anteriormente las que deseo abordar; no - mi interpretación se basa en las emociones. Quisiera hablar del dolor.
Independientemente del estatuto ontológico que queramos predicar del dolor, san Agustín lo menciona:
“[...]una reflección se operaba en mí, lentamente, a medida que mis placeres antiguos recobrados hacían ceder mi dolor. Lo que la sustituía, es cierto, era, si no otros dolores, por lo menos los gérmenes de otros dolores. Pues ¿por qué aquel dolor había penetrado tan fácilmente hasta lo más íntimo de mí mismo, sino porque había dispersado mi alma sobre la arena, al amar un ser que se me podía morir, como si no debiese morirse nunca?
Interpreto que la reflección no es más que la conducta condicionada que lleva al hombre a regresar a lo habitual. Si he de oponer algo al dolor ¿por qué no el placer? El problema es que ese placer es sucedido por dolor en cuanto cesa. El placer es, por tanto, gérmen de aquello a lo que el hombre se propone combatir mediante él. Es evidente que Agustín descubre un círculo en tal actividad. Así, podríamos hacer una interpretación neoplatónica y decir que Agustín es heredero de ella pues es posible entender la naturaleza de las pasiones mediante la razón – por tanto habría una instancia superior o principio rector en el alma - considerada como una unidad bipartita o tripartita - (¿la razón?).

El dolor de san Agustín ha de ser interpretado desde la perspectiva del dualismo.
El dolor es causado por todo aquello que se encuentra bajo el sol : realidad cambiante en la cual observamos lo hermoso de la fragilidad de la vida, así como puede manifestarse plenamente como cuando nace un hijo, cuando se goza con un amigo, también se manifiesta plenamente cuando muere el hijo y el amigo, y ya no se puede gozar de ellos o junto con ellos. “Lo que me recomfortaba y me revivificaba, sobre todo, eran los consuelos de los amigos, con los cuales amaba lo que amaba, en vez de amaros; quiero decir, la ficción colosal, la larga mentira cuyos roces mentirosos echaban a perder nuestra alma, agitada por el deseo de oírlo todo, de comprenderlo todo. Uno de mis amigos podía morirse, pero aquella ficción no moría para mí. Pero había en ellos otros encantos que me cautivaban más el corazón, por ejemplo : hablar, reír juntos[...]todos esos signos, y otros de la misma clase, que brotan del corazón de aquellos que se aman, y que se manifiestan[...]”
Así, hay algo que racionalmente construimos, que Es necesariamente. Todo aquello que es su creación no es necesariamente, es alguna manera de existencia sujeta a la tragedia y al devenir.
Podemos observar en el homo sapiens un culto y un respeto a la muerte. Nos jactamos de ser la única especie que entierra a sus muertos. Pero ¿qué nos asegura que la creencia en un Ser trascendente y/o inmanente nos aliviará del dolor?

Para la modernidad, ya no es el mismo sujeto el que siente el dolor. No podemos estar seguros de que el sujeto humano sea creación de Dios, pero si hemos de hacer caso al psicoanálisis, podemos argumentar que la creencia en ese Ser es solo una construcción cuyo fin es remediar el problema del sufrimiento : inclusive para algunos psicólogos es condición de posibilidad de nuestra existencia, para que haciendo uso de nuestra libertad no demos fin a nuestra existencia pues podría preferirse la muerte a continuar con una finitud concebida como dolorosa y cambiante.

Podemos ser cautamente sospechosos a lado de los freudianos.
No es por ninguna razón que el complejo estructural dolor-sufrimiento esté en la dialéctica o seno de las religiones reveladas : se encuentra en Buddha, en Cristo y en los Vedas. La finitud causa aversión al hombre.
La otra conclusión es que es posible que la razón no esté fundada en la razón misma. Puede fundarse en emociones y sentimientos. Inclusive puede fundarse en estructuras inconscientes.

Autor : Montes Ruiz Carlos Eduardo

3 comentarios:

Black Bird dijo...

Me parece que la discusión que planteas proviene de la distinción entre lo verdadero y lo verosímil (Que tiene apariencia de verdadero). Por ejemplo, Platón distinguiría con ese criterio a filósofos de sofistas.
Por otro lado, si llevamos la discusión a las razones de San Agustín me parece muy interesante tu observación, parece que a pesar del intento de buscar una unidad en el alma, busca comprender las pasiones a través de la razón, aun cuando esta posea ciertos límites, como por ejemplo la racionalización de todo tipo de sufrimiento.

Enrique dijo...

Al principio de tu texto no se entiende de qué explicación hablas. Tú dices: "La razón de tal cautivación es que es posible interpretarlo de tal manera que dé una respuesta coherente a la interrogante ¿por qué preferir, ya sea racional o emotivamente, una explicación a otra?" Y no queda claro a qué explicación te refieres ni qué interrogante es la que pretendes contestar.
En el tercer párrafo es más conveniente que hables de crítica y no de criticismo en San Agustín.
Entiendo que para tí el dolor humano es a causa de la multiplicidad cambiante, del vaivén y falta de firmeza que representa la vida de apariencias, según dejas ver en el cuarto párrafo de tu texto, ¿es así?
Tú preguntas: "¿qué nos asegura que la creencia en un Ser trascendente y/o inmanente nos aliviará del dolor?" Quizá una respuesta, desde el cristianismo, podría ser la fe ciega. Podrías decir si tal respuesta te satisface, sí o no y por qué.
El penúltimo párrafo merece más atención, pues recuerda que hay personajes religiosos, que creían en Dios, y aún así se sentían profundamente atormentados por la vida (como el caso de Sören Kierkegaard y Simone Weil, por mencionar algunos). En ese sentido, el que Dios exista o no no tiene nada que ver y no soluciona de ninguna manera el problema del dolor o del sufrimiento.
¿Crees que la fe en alguna(s) deidad(es) tiene que ser necesariamente racional?
Tu texto es interesante, pues promueve una muy buena discusión. Quizá no sea conveniente que, por lo pronto, incluyas a Freud y al psicoanálisis en este contexto, a menos que hagas algo mucho más específico.

Daemon dijo...

Black : Agradezco el comentario. Lo que dices estaba operando un poco en el trasfondo pero creo que es importante sacarlo a la luz de esa manera nítida.

Enrique : Me refiero a las explicaciones religiosas, pero como bien dices no ha quedado claro. También quise referirme a otras explicaciones en general y la preferencia racional o racionalizante que tenemos en torno a cualquier argumento.
En el cuarto párrafo me refiero a lo que bien describes.
Gracias por traer a colación a Kierkegaard, trataré de hacer una lectura de él a ver si me ayuda a profundizar.
Respecto de tu pregunta de la fe y la razón, sí. Encuentro un vínculo entre la representación de las deidades, la razón, y de un modo un tanto feuerbachiano me parece vislumbrar que el hombre proyecta su imagen. Si esto es así, en el mundo occidental, la religión cristiana (al menos entendida desde Agustín o el tomismo) depende de la racionalidad. Sin embargo es interesante notar que tu pregunta me lleva a otra cuestión, a saber, ¿todas las personas tienen una creencia religiosa debido a su racionalidad? Mi respuesta sería que no, el dualismo es justamente utilizado para justificar al cristianismo - de un modo similar al maniqueísmo escuchamos, hoy en día, hablar a algunos sacerdotes del infierno, "Satanás", etc.
Anotado lo de Freud. Es solamente para causar ruido sin mayores argumentos que los que se podrían inferir de mi texto, pero me parece que es el preámbulo de otra investigación.

Gracias por sus atentos comentarios.