martes, 24 de noviembre de 2009

EL DUALISMO DEL CRISTIANISMO (PARTE III). ALGUNAS INTRODUCCIONES AL CRISTIANISMO (continuación).

Como mencione en la anterior entrada, por parte de la filosofía griega hay una gran variedad de fundamentos los cuales se toman para el gran “almacén teórico” que es el cristianismo. Ya adentrados en este tema, menciono que la filosofía griega ha ayudado a los cristianos desde su “helenización”, la cual su objetivo era convertir a los griegos usando sus propios discursos (filosóficos); posteriormente pasando por el pensamiento de los apologetas y llegando hasta San Agustín, el cual podemos mencionar que es el resultado de este choque cultural entre cristianos y griegos.

Otra fuente importante en el pensamiento cristiano que se retoma de la filosofía griega es la concepción de “Providencia”. Esta surge de la escuela de los estoicos, la cual (en resumen) significa concebir a la divinidad con la razón y, a partir del pensamiento de Séneca, esta preside al universo. Tomemos en cuenta que para los estoicos la racionalidad es parte del orden del mundo, y Dios, por tanto, debe ser racional igualmente, pero con un peso aún mayor al que nosotros podemos ver en la Naturaleza. Además, en la última etapa de estoicismo, la ética es el centro de todo su pensamiento. Como consecuencia de esto, afirmemos que el pensamiento “providente” se emplea al ejercicio de una vida virtuosa, la cual nos conducirá a la felicidad, la cual esta en la gracia divina (en este punto pueden surgir diferentes puntos de vista, y quizá sea algo ambiguo para otros; por este motivo, sugiero que consulten de la Providencia, del maestro Séneca). La providencia en el cristianismo no cambia en muchos aspectos, solo que esta proviene de Dios, y que para ejercerse en la Tierra los hombres, por medio de la vida buena, deben cumplir con su parte (pues superficialmente se piensa que la providencia divina es emergente), para así alcanzar la gracia de Dios, creando así un camino de redención (aunque ya esta impuesto desde sus inicios, la providencia queda perfecta para reforzar el fundamento de la redención y la recuperación de la gracia).

Posteriormente a toda incursión de la baja edad media, pasaré a explicar a otro introductor del pensamiento griego en el Cristianismo occidental; es decir, a Santo Tomás de Aquino. Su mayor aportación al la iglesia fue el adecuar el pensamiento aristotélico a la teología cristiana. Agrego aquí que, en los tiempos de Santo Tomás, el aristotelismo es catalogado como “herejía”, y las anteriores introducciones habían sido severamente criticadas por el Clero de aquella época (situada en el siglo XII-XVIII). Además, todas las fuentes del aristotelismo provienen de los árabes, las cuales se introducen a occidente por las “Escuelas de Traductores”. En consecuencia, existe la posibilidad de que, a parte de que se toma la filosofía de Aristóteles, de igual manera haya tomado algo de sus comentaristas (Averroes, por ejemplo, es uno de los comentaristas en las traducciones de Aristóteles del árabe al latín).

Como es de esperarse en Santo Tomás, la mayor aportación de Aristóteles la efectúa por la metafísica. De las menciones más representativas esta la comparación de Dios con el “Primer motor”, el cual, nos puede hacer referencia a la Idea del neoplatónico Plotino con su afirmación acerca del Uno (debemos recordar que Santo Tomás no esta de acuerdo con la visión platónica, mucho menos con la neoplatónica, aunque la use en poco grado. Con respecto a la “emanación del Uno” con el santo, la encuentro sospechosa al menos como se plantea en el cristianismo [véase la summa teologicae de Santo Tomas, primera parte] ya que es bastante similar con respecto a un ser en especifico, Dios en este caso). Esta acción nos remite a una creencia del comentador árabe Averroes, el cual nos dice hay dos verdades, a saber, la revelada y la lograda por el intelecto; empero, Aquino menciona que se encuentra una verdad, solo que se logra, o por la fe en Dios, o por la razón que hay en este. En consecuencia a estos caminos de verdad, postula siete virtudes, las cuales se dividen en teologales (fe, esperanza y caridad) y cardinales (prudencia, sabiduría entendimiento y ciencia). Como es de esperarse, las primeras son las más divinas y las que nos acercan más a la gracia de Dios; mientras que las otras (tomadas de la tradición griega) solo nos encaminan un poco a este fin, dejando a la filosofía en subordinación de la religión.

En esta pequeña secuela he dejado solo algunas de las aportaciones al cristianismo por parte de otras filosofías o tradiciones, las cuales apoyaron a esta institución hasta el decadente día de hoy; tengo que agregar que es muy superficial la visión que estoy dando y que en algunos datos puede ser bastante riesgoso sostener algunas de las afirmaciones que se plantean. No obstante, desde el principio menciono que es un mero punto de vista y por ende no pretendo hacer, por ahora, de esto una ley teologal o algo por el estilo. La finalidad de esta secuencia es fundamentar lo que vendrá en la próxima entrada, que es el culminante de esta serie de entradas en honor al cristianismo. Sin más que agregar por ahora, terminare de aterrizar el porque de todo este sintético trabajo acerca de la dualidad del cristianismo y se aclararán algunas de las cosas que se comentan en esta y las anteriores entradas.



Juan Manuel González Hernández

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