viernes, 20 de noviembre de 2009

La amnesia de la conciencia

IV

El cristianismo gnóstico será la propuesta más desafiante y cortante, no sólo con la tradición judía, sino que será una verdadera ruptura con todos los modelos doctrinales formales del mundo oriental, incluso ante occidente esta concepción de la religiosidad entendida como una retroinspección más profunda y más comprometida con la intimidad del ser individual es lo que rompe exactamente con todas las formulaciones comunitarias heredadas del judaísmo. Y “Díjoles Jesús: «Si ayunáis, os engendraréis pecados; y si hacéis oración, se os condenará; y si dais limosnas, haréis mal a vuestros espíritus. Pero cuando vayáis a un país cualquiera y caminéis por las regiones, si se os recibe, comed lo que os presenten (y) curad a los enfermos entre ellos. Pues lo que entra en vuestra boca no os manchará, mas lo que sale de vuestra boca, eso sí que os manchará».” (Evangelio apócrifo de Tomás, 14) Con estas palabras secretas que dídimo Judas Tomás escribe, se expulsa de todos los lugares de amparo que el alma impía pueda encontrar para esconderse, se rechazan los preceptos, las normas y las prácticas que evoquen una insinuación de compromiso externo-interno; la formula ahora es invertida y D’s se encuentra en su vivencia más personal con la forma interno-externo (sin duda los pasajes referentes a Job en los textos hebraicos, ya denotan la dicotomía y de nuevo un punto de apoyo para estos gnósticos; Job entra a escena como un ignorante de las leyes, pero se reconoce piadoso ante la fuerza divina que encuentra con una vivencia interna, el diálogo de hombre con D’s, es de nuevo invertido)

Aquellos hombres que se unieron de clanes familiares y evolucionaron hasta llegar a ser tribus mismas, para después dar paso a la confederación de territorios para formar el reino de Y’israel, son visitados, literalmente, por el dios único que los elige y adopta como pueblo. El encuentro fue recíproco, no sólo en este ejemplo en particular, sino con cada pueblo y sociedad, y nación, y país, e imperio que comenzaba a evolucionar en su espíritu y visión del mundo: D’s se acerca a los hombres. Los rastros de estos pensamientos arcaicos, se pueden rastrear en todas las mitologías, pues son de un desarrollo en donde la creación del cosmos es, o de manera accidental, como un efecto no previsto o si es previsto con una función específica que de sentido a su existencia, o quizá necesaria, negando con ello todos los atributos divinos como la libertad, eternidad, inmutabilidad, etc.

El Dr. Jean Markale, investigador bretón acerca de la recepción en Inglaterra del cristianismo cuando la isla era gobernada por bardos y druidas, señala que tanto las leyendas y mitos celtas, como las futuras historias de caballeros, o incluso relatos como el Mitra y Baruna de las formas indoeuropeas, no son más que residuos de extractos colectivos, es decir, que no son más que formas abstractas de la historia humana, el inconsciente colectivo que se remonta a los tiempos inmemoriales, tratando de buscar los cimientos de la propia tierra. Es el lanzamiento de la memoria colectiva a través de los seres individuales, va a la búsqueda de lo desconocido: la historia de Jesús no suena tan distante en estos parámetros, sino que es por medio de este personaje-individual, quién proviene de esas dimensiones y tiempos de antaño, para enseñar y recordar a los presentes de su tiempo, lo que fue ese primer tiempo.

Nos movemos en tierra pantanosa, y la razón es que en este tiempo histórico, el siglo I de la Era Cristiana, el cristianismo empieza a posicionarse en el mundo como una alternativa más de visión; la tradición de confunde y se pierde en la amnesia de su misma conciencia, para después emigrar a la fuerza a otras partes del mundo. Romanos, griegos, hebreos, cananeos, egipcios, fenicios, persas, árabes y un sinfín de mundos tiene su convulsión en esta parte del mundo y en esta parte de la historia (por lo menos será hasta el año 70 de la E.C.), y no será posible en el futuro, separar toda esta fusión de aspectos mistéricos, filosóficos, históricos y de demás índole, en la nueva impresión colectiva de los hombres; es decir, se revela una vez más, un perfil hasta ahora ignorado del pasado humano a través de un pequeño cambio de perspectiva.
Por David Z. Castillo

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