V
El dualismo no se ha superado, ni por parte de la tradición judía y mucho menos por parte de la nueva propuesta cristiana. Y la razón es que éste nunca se supera, únicamente se hacen cambios operantes en el; la interpretación de un solo libro como lo sería el “Cantar de los cantares” cambia según la tradición en la que nos apoyemos, y dirigiéndonos más allá de esta recta final donde todo lo que oriente tuvo que heredar a occidente ha finalizado casi, sólo resta mencionar que no es simplemente porque el cristianismo se haya logrado emancipar del judaísmo y establecerse como una verdadera propuesta, no por ello todos los problemas heredados se hayan resuelto, sino que simplemente están a la espera de un redescubrimiento de los mismos y con la esperanza de solucionarlos de manera menos ingenua como cambiar el sistema o cerrar los ojos y dar la espalda.
La cuestión es la que sigue: para que el dualismo se desarrolle, este establecerse en relaciones sociales humanas que busquen mitigar un vacío teórico o práctico en dichas relaciones, pero que demás tengas que estar moldeados según las necesidades del tiempo histórico al que se adscriben. Es decir, no se puede juzgar una cierta mitzvá que prohíba las relaciones homosexuales, vista únicamente desde nuestra perspectiva del siglo XXI, sino que hay que tener en cuenta la fase histórica y social en la que se desenvolvieron aquellas relaciones sociales que parieron esta ley. Claro, podemos cambiar las perspectivas de cómo es que debemos arreglar o conciliar los dualismo y el problema que heredan a la concepción y formación de nuestras propias reglar sociales, sin esta habilidad que es potencial y que es menester desarrollar, no se podría tener un cambio de época a otro, y ninguna ciencia o filosofía podría haber surgido.
Somos víctimas de nuestro tiempo y de la herencia del pasado, pero como he dicho, si desarrollamos la suficiente pericia como para percatarnos y encontrar el cauce común que contienen todas las paradojas y problemas dualistas de hombre, podemos enfrentar al hombre con lo que realmente es. Enfrentarlo, ya no con la metáfora del espejo, para que se reconozca, sino que mostrarle sus entrañas mismas para hacerlo reaccionar.
Haré un gran salto y un cambio total conforme a lo que tenido en mis entradas pasadas, para resaltar una cuestión que, aun que es el corazón de todas, está apenas visible. Me encontraré hablando de Sócrates, un individuo del que sólo tenemos constancia de su existencia por autores como Platón, Jenofonte y Aristófanes, pero que fue de gran incidencia para el futuro del mundo oriental y occidental; el juicio, que es tendido a ver con matices maniqueístas donde el mal es encarnado por un tribunal que es incrédulo y se niega a reconocer la verdad en las palabras del filósofo ateniense, es sin duda el mejor ejemplo de pretensión dualista y a la vez no.
Platón presenta la Apología, como una forma de eximirse y de mostrar las consecuencias que puede causar una mala intensión e interpretación de los hechos o palabras, siempre existirá una especie de paralelismo que acompaña a todas las palabras y aún más cuando estas no encuentran el orden correcto, pueden arruinar el mejor pensamiento y la más sublime verdad. Pero son los métodos de la mayéutica y la ironía los que demuestren el verdadero fervor que Sócrates (aun que no los muestra mucho en mencionado texto) se sirve para demostrar que es por medio de la reflexión sensata y apelando únicamente a la conciencia individual, como se puede encontrar lo universal que está en cada uno de los hombres y que más sin embargo lo comparten sin darse cuenta. Platón recurre al mito cuando no logra dar una respuesta satisfactoria al problema, Sócrates (o por lo menos en los diálogos donde se le encuentre más puro) si bien no recurre a ello de manera casi inmediata o nos deja en una aporía, nos hace recordar los hechos pasados que nos dieron forma y por los cuales estamos discutiendo ahora (el Laques es un diálogo que lo ejemplifica), o que nos hace recordar el contexto de la época (el Menón es imprecindible en este punto). Más sin embargo, no es ajeno al problema del sistema dualista en el que esta inmerso, otra vez, el final de la Apología es bueno para ilustrar este punto, y es en la forma de la Docta Ignorantia como reconocemos el dualismo de Sócrates.
El dualismo no se ha superado, ni por parte de la tradición judía y mucho menos por parte de la nueva propuesta cristiana. Y la razón es que éste nunca se supera, únicamente se hacen cambios operantes en el; la interpretación de un solo libro como lo sería el “Cantar de los cantares” cambia según la tradición en la que nos apoyemos, y dirigiéndonos más allá de esta recta final donde todo lo que oriente tuvo que heredar a occidente ha finalizado casi, sólo resta mencionar que no es simplemente porque el cristianismo se haya logrado emancipar del judaísmo y establecerse como una verdadera propuesta, no por ello todos los problemas heredados se hayan resuelto, sino que simplemente están a la espera de un redescubrimiento de los mismos y con la esperanza de solucionarlos de manera menos ingenua como cambiar el sistema o cerrar los ojos y dar la espalda.
La cuestión es la que sigue: para que el dualismo se desarrolle, este establecerse en relaciones sociales humanas que busquen mitigar un vacío teórico o práctico en dichas relaciones, pero que demás tengas que estar moldeados según las necesidades del tiempo histórico al que se adscriben. Es decir, no se puede juzgar una cierta mitzvá que prohíba las relaciones homosexuales, vista únicamente desde nuestra perspectiva del siglo XXI, sino que hay que tener en cuenta la fase histórica y social en la que se desenvolvieron aquellas relaciones sociales que parieron esta ley. Claro, podemos cambiar las perspectivas de cómo es que debemos arreglar o conciliar los dualismo y el problema que heredan a la concepción y formación de nuestras propias reglar sociales, sin esta habilidad que es potencial y que es menester desarrollar, no se podría tener un cambio de época a otro, y ninguna ciencia o filosofía podría haber surgido.
Somos víctimas de nuestro tiempo y de la herencia del pasado, pero como he dicho, si desarrollamos la suficiente pericia como para percatarnos y encontrar el cauce común que contienen todas las paradojas y problemas dualistas de hombre, podemos enfrentar al hombre con lo que realmente es. Enfrentarlo, ya no con la metáfora del espejo, para que se reconozca, sino que mostrarle sus entrañas mismas para hacerlo reaccionar.
Haré un gran salto y un cambio total conforme a lo que tenido en mis entradas pasadas, para resaltar una cuestión que, aun que es el corazón de todas, está apenas visible. Me encontraré hablando de Sócrates, un individuo del que sólo tenemos constancia de su existencia por autores como Platón, Jenofonte y Aristófanes, pero que fue de gran incidencia para el futuro del mundo oriental y occidental; el juicio, que es tendido a ver con matices maniqueístas donde el mal es encarnado por un tribunal que es incrédulo y se niega a reconocer la verdad en las palabras del filósofo ateniense, es sin duda el mejor ejemplo de pretensión dualista y a la vez no.
Platón presenta la Apología, como una forma de eximirse y de mostrar las consecuencias que puede causar una mala intensión e interpretación de los hechos o palabras, siempre existirá una especie de paralelismo que acompaña a todas las palabras y aún más cuando estas no encuentran el orden correcto, pueden arruinar el mejor pensamiento y la más sublime verdad. Pero son los métodos de la mayéutica y la ironía los que demuestren el verdadero fervor que Sócrates (aun que no los muestra mucho en mencionado texto) se sirve para demostrar que es por medio de la reflexión sensata y apelando únicamente a la conciencia individual, como se puede encontrar lo universal que está en cada uno de los hombres y que más sin embargo lo comparten sin darse cuenta. Platón recurre al mito cuando no logra dar una respuesta satisfactoria al problema, Sócrates (o por lo menos en los diálogos donde se le encuentre más puro) si bien no recurre a ello de manera casi inmediata o nos deja en una aporía, nos hace recordar los hechos pasados que nos dieron forma y por los cuales estamos discutiendo ahora (el Laques es un diálogo que lo ejemplifica), o que nos hace recordar el contexto de la época (el Menón es imprecindible en este punto). Más sin embargo, no es ajeno al problema del sistema dualista en el que esta inmerso, otra vez, el final de la Apología es bueno para ilustrar este punto, y es en la forma de la Docta Ignorantia como reconocemos el dualismo de Sócrates.
El concepto de mesotés aristotélico será una gran ayuda en el futuro, y filósofos de todas las épocas lo utilizarán dandole diversos nombres. A finales del mundo antiguo, el estoicismo crea su propio mesotés para posicionarse ante el mundo, y con elllo el inicio de la búsqueda de una visión que nunca estará del todo finita. Griegos y latinos debatirán sobre el dualismo sin saberlo, y con eso deciden la configuiración de la parte del mundo que conocen, interconectados con otros y haciendo de ello, de nuevo, una fisión que corresponde a unos pocos mirar. Crisis y estabilidad son caras de una misma suerte, y con ello, la dinámica que sólo puede ser equiparable a la dialéctica para construir un sentido.
En el siglo IV, Agustín de Hipona, será el mejor contendiente y el más apto para fundir en su persona el dualismo y la filosofía de su tiempo, pero de nuevo, haciendo un eco de las configuraciones de su tiempo que no le encadenan (al igual que Sócrates) a su época o a su sociedad, sino que habla al género humano y le muestra lo universal que hay en cada uno...
Por David Z. Castillo
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