EL DUALISMO DEL CRISTIANISMO (PARTE I). CRISTIANISMO PRIMITIVO
Como nos lo han mencionado, el cristianismo, a lo largo de la historia, al menos en Occidente, es una pieza fundamental en su pensamiento, o al menos lo fue en la mitad de su historia. Sin embargo, esta religión-filosofía no siempre fue la que conocemos actualmente, sino que sufrió, desde sus inicios, modificaciones que uso para expandir su territorio y llegar a ser la “utopía de una institución”; es decir, ser universal en tanto filosofía y como una Iglesia o Religión.
Su antecedente más remoto lo encontramos en la cultura semítica, situada mucho antes que la cultura griega. En este marco semita, se tenia la idea cosmológica creacionista; la noción de hombre, conocida como Nefesh, es concebida como una “unidad viviente”, dando lugar a la idea de que se trata esta cultura de un monismo.
Esta creación es concebida por Dios, y de esta afirmación se sigue que la creación es buena. De aquí es donde se preguntan el porque del mal y de su surgimiento. Mientras que en los griegos “la realidad es creadora de mal”, a los semitas, junto a la problemática de la creación, la sitúan en un mito; es decir, lo justifican con lo que conocemos como el Génesis. En este, el hombre (Adam en semita) y su pareja, Eva, después de ser creados a semejanza del creador, les deja lo demás de la creación a sus manos. Entonces, para que se introduzca el mal, recurren a una figura simbólica, en este caso a la de la serpiente, ya que, teniendo en cuenta su situación geográfica, a lo que hay que temerle, a parte del desierto, es a las serpientes. Pero no entra el mal por esta, sino que, gracias a la tentación y al desobedecimiento, son expulsados del paraíso y “caen, de una situación semi-divina, a lo mortal”. De esta afirmación, al momento de la caída, se nos otorga la libertad, y gracias al acto de libertad, es como llega el mal. Entonces, de este mito, se hace a Adam como símbolo de finitud, a Dios como único ser divino y, como tarea del hombre, regresar a ese sitio del que fue despojado.
El proceso que seguiremos para regresar a la gracia de Dios es lo que llaman Redención, y lo justifican, al muy estilo griego, por lo que viven en la Tierra. Como sabemos, en oriente y norte de África, donde se sitúan, solo es desierto, por eso es necesario estar siempre con gente; además, los que hacían viajes era necesario que no fuesen solos. Por esta razón, entra la idea de la responsabilidad, y sobre todo de la ayuda a los demás, sobre todo a los más necesitados. Gracias al mito adámico, es como se conciben como hermanos (consecuencia de esto es la idea de que todos somos iguales; es decir, creación de Dios, por eso nadie puede ser más que otros); y por este y gracias igualmente a las acciones de responsabilidad, es como llegamos a la redención, y a la gracia divina. También, agregando un punto importante a esta mención, todo este sistema se da gracias a que el hombre tiene la voluntad de hacerlo, ya que de su voluntad sabremos si entra el mal o regresa a la gracia divina.
Otro aspecto que hay que mencionar es que “no hay dualismo en esta visión con respecto al cuerpo”. Para estos, el cuerpo es un regalo de Dios, por lo que de aquí se sigue que el cuerpo representa su vida. Para los semitas, el cuerpo es una triada, hecha por el ruaj (la expresión sentimental), el basar (cuerpo o carne) y la nefesh (o el alma viviente, esta referente). Esta triada antropológica no se podía separar, y si eso sucedía el hombre perecería. Con respecto a este punto, en este pensamiento no había trascendencia, como en el griego; aquí, al morir se desaparecía. Empero, gracias a Dios, en el fin de los tiempos, el hará en los cuerpos su resurrección, y serán eternos (esta idea, claro esta, es diferente a la reencarnación griega, la cual se basa en el alma, que es la eterna y solo cambia de cuerpo; aquí funciona que nuestro cuerpo resucitará de la muerte y viviremos de ese instante por siempre).
Entonces, ¿cómo se puede concebir la figura de Lucifer en el cristianismo?; ¿En que punto el alma se vuelve importante para Dios, y desechamos el cuerpo?; ¿Qué es el purgatorio y en verdad existe tal estado después de la muerte?; ¿El hombre mantiene su voluntad, después de todo?; y sobre todo, ¿porqué se perdió esta concepción del mundo, y en cambio quedo de una metafísica bien fundada a una noción dogmática y contradictoria con sus principios? Esto lo tratare en la siguiente entrada.
Como nos lo han mencionado, el cristianismo, a lo largo de la historia, al menos en Occidente, es una pieza fundamental en su pensamiento, o al menos lo fue en la mitad de su historia. Sin embargo, esta religión-filosofía no siempre fue la que conocemos actualmente, sino que sufrió, desde sus inicios, modificaciones que uso para expandir su territorio y llegar a ser la “utopía de una institución”; es decir, ser universal en tanto filosofía y como una Iglesia o Religión.
Su antecedente más remoto lo encontramos en la cultura semítica, situada mucho antes que la cultura griega. En este marco semita, se tenia la idea cosmológica creacionista; la noción de hombre, conocida como Nefesh, es concebida como una “unidad viviente”, dando lugar a la idea de que se trata esta cultura de un monismo.
Esta creación es concebida por Dios, y de esta afirmación se sigue que la creación es buena. De aquí es donde se preguntan el porque del mal y de su surgimiento. Mientras que en los griegos “la realidad es creadora de mal”, a los semitas, junto a la problemática de la creación, la sitúan en un mito; es decir, lo justifican con lo que conocemos como el Génesis. En este, el hombre (Adam en semita) y su pareja, Eva, después de ser creados a semejanza del creador, les deja lo demás de la creación a sus manos. Entonces, para que se introduzca el mal, recurren a una figura simbólica, en este caso a la de la serpiente, ya que, teniendo en cuenta su situación geográfica, a lo que hay que temerle, a parte del desierto, es a las serpientes. Pero no entra el mal por esta, sino que, gracias a la tentación y al desobedecimiento, son expulsados del paraíso y “caen, de una situación semi-divina, a lo mortal”. De esta afirmación, al momento de la caída, se nos otorga la libertad, y gracias al acto de libertad, es como llega el mal. Entonces, de este mito, se hace a Adam como símbolo de finitud, a Dios como único ser divino y, como tarea del hombre, regresar a ese sitio del que fue despojado.
El proceso que seguiremos para regresar a la gracia de Dios es lo que llaman Redención, y lo justifican, al muy estilo griego, por lo que viven en la Tierra. Como sabemos, en oriente y norte de África, donde se sitúan, solo es desierto, por eso es necesario estar siempre con gente; además, los que hacían viajes era necesario que no fuesen solos. Por esta razón, entra la idea de la responsabilidad, y sobre todo de la ayuda a los demás, sobre todo a los más necesitados. Gracias al mito adámico, es como se conciben como hermanos (consecuencia de esto es la idea de que todos somos iguales; es decir, creación de Dios, por eso nadie puede ser más que otros); y por este y gracias igualmente a las acciones de responsabilidad, es como llegamos a la redención, y a la gracia divina. También, agregando un punto importante a esta mención, todo este sistema se da gracias a que el hombre tiene la voluntad de hacerlo, ya que de su voluntad sabremos si entra el mal o regresa a la gracia divina.
Otro aspecto que hay que mencionar es que “no hay dualismo en esta visión con respecto al cuerpo”. Para estos, el cuerpo es un regalo de Dios, por lo que de aquí se sigue que el cuerpo representa su vida. Para los semitas, el cuerpo es una triada, hecha por el ruaj (la expresión sentimental), el basar (cuerpo o carne) y la nefesh (o el alma viviente, esta referente). Esta triada antropológica no se podía separar, y si eso sucedía el hombre perecería. Con respecto a este punto, en este pensamiento no había trascendencia, como en el griego; aquí, al morir se desaparecía. Empero, gracias a Dios, en el fin de los tiempos, el hará en los cuerpos su resurrección, y serán eternos (esta idea, claro esta, es diferente a la reencarnación griega, la cual se basa en el alma, que es la eterna y solo cambia de cuerpo; aquí funciona que nuestro cuerpo resucitará de la muerte y viviremos de ese instante por siempre).
Entonces, ¿cómo se puede concebir la figura de Lucifer en el cristianismo?; ¿En que punto el alma se vuelve importante para Dios, y desechamos el cuerpo?; ¿Qué es el purgatorio y en verdad existe tal estado después de la muerte?; ¿El hombre mantiene su voluntad, después de todo?; y sobre todo, ¿porqué se perdió esta concepción del mundo, y en cambio quedo de una metafísica bien fundada a una noción dogmática y contradictoria con sus principios? Esto lo tratare en la siguiente entrada.
González Hernández Juan Manuel
1 comentario:
Saludos, aunque me parezca necesario tocar el tema sobre la valoración ontológica en las tradiciones griega y judía me parece que no se puede generalizar y afirmar que para todos los griegos la realidad es creadora de mal; quiero decir, no creo que este fuera el caso dentro de la mitología o de sofistas y ciertos filósofos, por ejemplo Empédocles que consideraba que el mundo se formaba de los cuatro elementos y las dos fuerzas.
Por otro lado, tengo entendido y como tu mismo afirmas, que originalmente para el judaísmo no existían las figuras de cielo o infierno. Por lo que la idea de la resurrección proviene del cristianismo, que impone sus concepciones sobre las del judaísmo por lo que me confunde un poco tu interpretación pues me parece que retomas un poco de ambas a la vez. En fin, espero tu próximo post sobre las figuras del dogmatismo que anuncias. atte. Mauricio
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