lunes, 2 de noviembre de 2009

La determinación de Cristo

Karen Hernández Peralta

Podrían dividirse las cosas de la vida en dos categorías: aquellas que desaparecen cuando las negamos y aquellas otras de realidad misteriosa que, aun negadas, dejan intacta nuestra relación con ellas. Así, eso que oculta en la palabra, casi impronunciable hoy, Dios.
María Zambrano.

El evangelio canónico de San Marcos se esfuerza en narrarnos brevemente las acciones llamadas “milagrosas” de Jesús hasta su ascenso al cielo, describiendo claro, el momento de su crucifixión. Es interesante notar al respecto algunos matices en el relato.

Jesús sanaba cualquier tipo de enfermedad, “Y donde quiera que él entraba, ya fuera en las aldeas, en los pueblos o en los campos, ponían a los enfermos en las calles y le rogaban que los dejara tocar siquiera el borde de su capa; y todos los que lo tocaban, quedaban sanos.” (6. 56) Pero él atribuía sus acciones a la fe de las personas que benefició, “- Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y curada ya de tu enfermedad.” (5. 34) Fue de esta manera como Jesús puso en cuestión las creencias judías que negaban la posibilidad de cualquier hombre de sanar de tal manera. No sólo esto, él enfatizaba su propia capacidad de hacerlo, incluso de perdonar pecados:

… voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.
Entonces le dijo al paralítico:
- A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
El enfermo se levantó en el acto, y tomando su camilla salió de allí, a la vista de todos. (2. 10, 11 y 12)

Así fue como Jesús obtuvo tanto reconocimiento como enemistades. Lo cual, aunado con de una serie de acciones específicas, llevaron a este personaje bíblico a su crucifixión. Acontecimiento nada ocasional. Jesús lo anunció tres veces. Él sabía que estaba determinado a este fin. Sin embrago, en el cenit de su agonía, gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (15. 34)
La historia de Jesús está completamente dada. Aunque no se comprenda por qué padeció tanto antes de morir, incluso sin que él lo sepa del todo. Cristo se mueve bajo una voluntad ajena que prescinde de su decisión. Quizá podamos decir que Jesús fue protagonista de un relato que no construyó. El fin y el camino no estaban para escogerse. Una determinación divina que el mismo Jesús no logró superar.

1 comentario:

Black Bird dijo...

Me parece que tu post es interesante aunque limitas mucho tus comentarios frente a las citas que expones. Por ello creo que falta desarrollar el tema de manera filosófica y no sólo como una crítica hacia la figura de Cristo sin que construyas un criterio muy desarrollado.
Asimismo, no parece sobrar el hecho de que existe una larga tradición sobre el lugar que ocupó el Nazareno y que incluso la historia del cristianismo se basa en las distintas interpretaciones que se dieron en los siglos posteriores.
Dicho esto, me parece que tu conclusión es un tanto floja aunque tu selección de citas fue buena; por otro lado el tema es imprescindible dentro de la tradición judeocristiana y cabe decir que muy interesante, saludos.