martes, 10 de noviembre de 2009

Los choques de la visión (II) / La herencia del un pueblo errante


…..¿Hasta qué punto afecta la visión judía dentro del cristianismo? ¿Qué es lo que las caracteriza aparte de su pretendida custodia de la verdad de la que dicen ser portadoras? La visión planteada como el sentido de ser en el mundo, representa no solamente la posibilidad de acuñar conocimiento que nos ayude a sostener las relaciones interhumanas dentro de la sociedad, y puede pensarse de igual manera a cualquier civilización y a cualquier sociedad. La justificación lo que se hace ya trascendido de la simple individualidad, ahora modificada por la participación de la colectividad se planteará en otros planos según se vaya perfeccionando la sociabilidad.

II

Lo político, lo moral, lo ético, lo religioso, lo público son ahora los problemas que deben irse conquistando según avanza la complejidad de la comunidad. En la Torá, el pueblo de Y’israel recibe de manera inmediata la conquista de todos estos aspectos, fuera del compendio de leyes no hay más forma de actuar conforma a la verdad. Una forma de enmarcar esta forma de fortalecer la visión del pueblo judío es: “Puedes vivir con forme la Ley, puedes morir por la Ley, pero no puedes ser como la Ley”. Sólo dentro de ella se encuentra lo que de algún modo podemos entender como “salvación”, y la Ley es la verdad revelada. Pero con todo, la verdad dada así, como una revelación siempre tendrá estratos o estadios que sólo algunos cuantos pueden intuir y conocer. La figura del Moré y Rabí son perfectos frente el pueblo que es burdo y vulgar (Maimónides después nos comentará que en realidad la legislación no era un secreto guardado, sino uno a voces que era de libre interpretación, los jueces se instituyen después por la amnesia y corrupción que el pueblo sufrió al pasar el Yardén), pero estos mismos son aberrantes y brutos frente a los profetas, en cuya figura se encuentra la relación más directa con la divinidad. El mejor profeta es aquel que sufre por la verdad que porta, que es uno con la divinidad, D’s posee al profeta y se vuelve uno con el, habla por su boca, mira con sus ojos, escribe y actúa cuando es poseso de él. (Recordad la leyenda que acompaña la muerte de Moshé: “No se levantó más un profeta en Y’israel como Moshé”/ Devarim 34:10). Con el tiempo, Maimónides cerrará esta expresión: “De Moshé a Moshé, no ha nacido otro como él”.

La visión a surtido efecto, la Torá no sólo consolida el dualismo, sino que ahora si quiere sobrevivir frente a sus vecinos más fuertes tendrá que evolucionar. Al igual que la tradición cristiana, el ser errantes y sufrir de vejaciones será no la reafirmación de “su verdad”, sino la evolución funcional de ésta. El judaísmo primitivo se forma en la colectividad restringida a la raza y los lazos familiares, el conocimiento se codifica en sus relaciones personales y sociales, y la sangre no sólo representará, como es pretendido desde el principio lo que es la vida de los hombres (¡mirad más de cerca lo que es en realidad los sacrificios! La sabiduría popular dice “Nuestro D’s no es misericordioso”. Y D’s, tomado no cómo la simple percepción de todas nuestras cualidades y afecciones que podemos identificar de nosotros en él de manera sublimada, sino cómo ese ser supremo más allá de lo que podemos abstraer, y cuya voluntad es un problema para nuestra perspectiva (quizá y la teoría de la Ética de Spinoza sobre D’s no es tan ajena a esta realidad sobre la divinidad)), sino como una marca distintiva de cómo y dónde se encuentra la posesión de la verdad. La sangre como vinculo de la verdad y su posesión, como símbolo de la fragilidad de la misma: la vida no es nada sin el sentido que la reviste, la sociedad no representa nada sino tiene una dirección o algo por qué unirse y proteger, las relaciones no son nada sino reconozco algo de mi en el otro. La victima ofrecida en sacrificio, es una identificación con mi condición. Su sangre representa la mía que se limpia e impregna con la pureza de la divinidad, su sentir me exhorta a seguir protegiendo lo que me fue confiado...
Por David Z. Castillo

1 comentario:

Enrique dijo...

Debes citar los textos en los que te basas y ahondar más en la relevancia filosófica de tu explicación. Por ejemplo, qué pasa con la voluntad humana cuando se percibe el problema de la voluntad de Dios que mencionas a la mitad del último párrafo.