lunes, 30 de noviembre de 2009

Un personaje medieval envuelto en contrastes: Ramón Llull

Karen Hernández Peralta


Hablar de la vida de Ramon Llull como un todo homogéneo no es posible, como tampoco lo es tratar su pensamiento de manera general. Este personaje medieval está envuelto entre los contrates más divergentes, y, si se quiere, entre múltiples contradicciones. En su juventud Lull era un trovador. Él escribía versos y baladas a las mujeres de su interés. Y como los trovadores de su época, Llull era un enamoradizo con una vida amorosa bastante suelta. Sin embargo, a los veintidós años se casó con Blanca Picanya con quien tuvo dos hijos.

En aquel tiempo, mientras Lull escribía un par de palabras para una amada, experimentó una visión particular: vio a Cristo crucificado. La aparición se repitió cinco veces en total. El medieval no necesitó una más. Lull decidió convertirse por completo al cristianismo. Impulsado por ese fuerte deseo de servirle a Cristo toda su vida, dejó a su familia y a la vida que hasta entonces conocía. Incluso, en su autobiografía, Vida coetánea, nos dice que hasta ese momento llevaba una vida frívola y disoluta.

Así pues, la aparición de Cristo cambió radicalmente al medieval. Él se convirtió en un misionero. Llull viajó por diversas partes: Paris, Montpellier, Túnez, Génova, África, etc. No sólo eso, puso en riesgo su vida en contadas ocasiones, lo expulsaron de algunos países que visitó, fue encarcelado, golpeado y más. Llull no se tomó a la ligera su devoción al cristianismo, al contrario, asumió por entero su decisión de vivir para Cristo.

Es indispensable resaltar que el objetivo del mallorquín en esta parte de su vida era convertir al cristianismo a la mayor cantidad de personas que fuera posible, empleando los recursos necesarios. Por eso, no sólo luchó por el cristianismo en sus misiones, también combatió por él en áreas institucionales e intelectuales. Este último punto es el que hay que destacar ahora.

En el siglo XIII donde se ubica el mallorquín se desarrollaba una “cruzada de la razón”. Ésta consistía en debates que buscaban demostrar racionalmente, a través de argumentos lógicos, la verdad de, ya sea el cristianismo, o de la religión musulmana. Tales debates se centraron principalmente en Paris. Llull, en estas condiciones, busca involucrarse en dichos debates y justificar la verdad del cristianismo.

Podemos hablar entonces de cierto conflicto religioso, racional e irreconciliable, entre los cristianos y los musulmanes. Ahora, la única herramienta con la cual se contaba para justificar racionalmente cualquiera de las dos religiones era la lógica aristotélica. Por su parte, los musulmanes conocían bastante bien a Aristóteles, prueba de ello es Averroes, el filósofo árabe más destacado e intérprete relevante del Estagirita.

Averroes vivió de 1126 a 1198. El pensamiento filosófico de este árabe es complejo, únicamente trataré un elemento de éste, a saber, la doble verdad. Siguiendo a su tradición, Averroes trató de conciliar la fe y la filosofía. Para él la fe y la filosofía comparten un objetivo en común: Dios. Este compartir el estudio de Dios les posibilita a ambas aportar conocimientos verdaderos sobre él; es decir, son dos caras verdaderas de la misma cosa. Ahora bien, una de las diferencias que tienes es la forma de conocer a Dios, la fe lo hace a través de la revelación, mientras la filosofía lo hace por medio de la razón. Otra diferencia es que la filosofía le corresponde sólo a aquellos que tengan la capacidad de comprender demostraciones racionales. En este sentido, la filosofía es elitista. Por el lado de la fe, ésta es para todos los creyentes; o sea, para el vulgo.

A pesar de que Averroes sostenía que tanto la filosofía como la fe aportaban verdades por igual, en ocasiones estas verdades parecen excluyentes entre sí. Por ejemplo, el árabe creía filosóficamente en la eternidad de la materia, y a su vez teológicamente en la creación del mundo. Aún más, argumentaba que ambas son verdaderas, pero esto no es posible, si algo es eternos es increado.

Luego, la doble verdad de Averroes consiste en sostener la verdad de dos premisas aunque éstas puedan contradecirse mutuamente.

Por otro lado, la influencia de Averroes en las instituciones académicas fue notable, pero ello no significa una fidelidad total a su pensamiento. Los llamado “averroístas” de los años de Llull se encontraban en la Universidad de Paris. Ellos sostenían, retomando la postura de la doble verdad de Averroes, que la fe cristiana, al no poder ser demostrada racionalmente por la lógica de Aristóteles, sólo es cierta para los creyentes. Esta afirmación invalida todo intento de justificar lógicamente la fe cristina, y con ello, cualquier participación en los debates religiosos con los musulmanes, pues como ya dije, éstos sólo se daban en términos lógicos. Además, no permitía una conversión de los infieles por medio de la razón

Estos averroístas del siglo XIII, retomando el ideal de Averroes de que la filosofía es para un grupo limitado de hombres, empezaron a crear la imagen del “intelectual”. Éste era un personaje que permanecía en su universidad distinguiéndose por completo del vulgo. No sólo en la diferencia institución- pueblo, sino también en la divergencia de que el vulgo cree lo que no comprende y ellos, al parecer de Llull, sólo creen lo que pueden comprobar a través de la razón. Siguiendo a Llull, los averroístas parisinos no buscaban conciliar la fe y la religión, más bien eran agnósticos. Ellos se colocaban en una ambigüedad, por un lado se decían cristianos y por otro no creían en la fe porque no se demostraba racionalmente “creo que la fe es verdadera y pienso que no es verdadera”, en palabras de Llull.

Así, el ejercicio del averroísmo que se daba en las instituciones educativas de Paris era un riego para la cristiandad. Tanto por el hecho de que negaban la posibilidad de justificar la fe cristiana por medio de la razón, como porque hicieron la distinción intelectual- vulgo, y además a causa de la ambigüedad de su postura religiosa.

Lull, con su fuerte convicción de difundir el cristianismo, luchó contra el averroísmo parisino de su tiempo y lo hizo atacando directamente a su base: Averroes. Debatió arduamente la premisa de la doble verdad. Al parecer del mallorquín la filosofía y la religión no eran distintas en relación al conocimiento que aportaban. La filosofía dependía de la teología tanto como ésta la necesita. Además la fe tenía la posibilidad de aportar conocimiento intelectivo al igual que la razón. Por ello, para Llull, no existía una doble verdad. Asimismo, Lull intentó crear una lógica que no estuviera en oposición con el cristianismo. De esta manera combatió la lógica aristotélica de los averroístas. En suma, Llull creía que con las acciones antes descritas rompería las creaciones de los averroístas parisinos sobre la tajante división del intelectual, en su academia, y el vulgo.

Al cabo, el mallorquín se esforzó gran parte de su vida en debatir a Averroes porque de esa forma debatía a los averroístas parisinos que impedían una difusión del cristianismo. Claro está después de tomar la radical decisión de invertir el modo de vida que hasta la juventud llevó.

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