domingo, 13 de diciembre de 2009

Creación y saber

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

¿Que había en el instante antes del principio?

No había cielos ni tierra, dios no los había creado. Estaba Dios, él existía, no sabemos de dónde salió, pero él estaba en el principio. Cuando dios creó los cielos y la tierra había tinieblas y el abismo. Dios no los creó así que también debieron existir antes del principio. Entonce antes del principio estaba Dios, las tinieblas y el abismo. El abismo es Tehom תְּהוֹם‎ las aguas primordiales que rodean a la tierra el material de la creación. Aquello que Dios no creó. Aquello que estaba antes del principio, antes del tiempo.

Dios separó los cielos y la tierra en la obscuridad. Lo primero que hizo fue separar lo divino y lo profano y aquello quedó para siempre en el misterio. La separación no fue hecha ni con la palabra ni bajo la luz. La separeción es incognoscible, inasequible. La separación es un simple acto de fe, un acto invisible, irracional. No sabemos si quiera si fue dios quien creó esta división. Una versión de las primeras líneas del génesis dios no hace su aparición hasta que habla y crea la luz. Puede ser que el mismo dios es la división entre lo sagrado y lo profano. La tierra definida por el abismo, las aguas primordiales y dios lo divino, aquello que flota por encima de ellas.

La creación en este caso es la creación del mismo Dios. Dios nace al separarse de lo profano y a la vez nace el tiempo. Y sólo en esta separación puede existir la palabra y el conocimiento. La chispa de la creación es entonces dada por la divinidad. Es nuestra búsqueda de subir a lo sagrado lo que nos impulsa a la creación, a la razón, al uso de l apalabra y a la iluminación de este mundo.

La razón es entonces la luz con la que iluminamos las tinieblas y vamos separándolas y convirtiéndolas en lo sagrado, haciéndolo todo bueno. Elevamos la materia primordial al objeto creado. Mediante la palabra nosotros mismos subimos a lo divino y llenamos de luz al mundo y determinamos que es lo bueno. Ponemos la bondad en el mundo mediante nuestro conocimiento de él.

La creación es el ordenamiento de lo caótico, la iluminación de lo obscuro, la elevación a lo sagrado. Y es así como el hombre se vuelve sagrado. Y es el árbol del conocimiento el que nos ha hecho sagrados. En el jardín, el hombre no creaba, no había tiempo, el hombre no dividía. El hombre muerde la fruta y sus ojos se abren. El hombre hace su primera creación, ropa para dividir lo profano de lo sagrado, ocultarlo. Es entonces sacado del jardín y es obligado a crear, es solo con el conocimiento del bien y del mal que el hombre empieza a crear comida para sí mismo y la mujer puede crear vida, dar a luz. Creaciones ambas que implican dolor.

Y es así como el hombre desprecia ser solo un juguete del dios y comienza el doloroso acenso hacia la divinidad.

Amilcar Paris Mandoki

2 comentarios:

Enrique dijo...

1. Cuidar la ortografía del texto.
2. Los párrafos cuarto y quinto son muy interesantes, sobre todo la cuestión de la palabra. Podrías citar algún texto que se refiera a la relación entre creación y palabra.
3. En tu último párrafo, cabría preguntarse si toda creación es, por fuerza, ordenada. Quizá no siempre.
4. tu idea sobre el hombre como "juguete" de Dios puede ser muy criticada, pues tienes que ver cuál es la diferencia entre: "juguete", "instrumento" y "vía o camino". Pues recuerda que también cabe hablar de libertad dentro del contexto religioso/teológico, aun cuando no lo alcances a ver. Puedes leer El concepto de la angustia de Kierkegaard en donde se nota claramente que el hombre no juega un papel de simple "juguete" hay algo más profundo detrás de ello.

Enrique dijo...

¿A qué clase de saber te refieres? No lo pude notar