¿Que tan libres creemos que somos? Ésa es la pregunta que me hago para exponer este punto de vista, ya que es algo que muchas veces pasa por nuestra mente, sin tomarlo en cuenta, como si fuera una cosa de rutina, normal y común, pero ¿Alguna vez nos preguntamos que tan libres somos? y más particularmente aún, ¿que es la libertad? y bueno, que tanto tiene que ver con nuestras creencias, por que también considero que si bien creemos ser libres, puede que sólo sea eso, una mera creencia, y no algo que podamos comprobar, he ahí lo interesante, una confrontación entre la misma libertad, y la creencia, lo que uno cree.
La libertad es, desde mi punto de vista, más una idea que algo tangible, algo que pueda observarse. Ciertamente es complicado contestar la pregunta ¿Que es la libertad?, por que es una pregunta inmensamente abierta, llena de suposiciones y creencias, pero si podríamos darnos una idea, pues podríamos decir que alguien libre es quien toma sus propias decisiones, su propio camino, que acepta sus errores y aprende de ellos, por decir algo, nada mas, por que yo tampoco sé si lo que digo describe lo que es la libertad, pero usemos este término para darnos una idea de lo que puede llegar a ser bajo nuestra pobre perspectiva de lo intangible.
Si nos guiamos por el ejemplo antes dado, podemos pensar que ser libre entonces es tomar decisiones propias, escoger cada quien su camino y vivir plenamente bajo ese criterio, tomando en cuenta los riesgos que conlleva y como ya dije, aprender de los errores, para no volverlos a cometer, pero, entonces, ¿en que parte entran las creencias? Bueno, pues a mi ver van dentro de ese concepto de libertad, por que nosotros mismos tenemos la capacidad libre de escoger en lo que queremos creer, así como en Dios o en el Universo o en cualquier fuerza que ustedes piensen, creer en la humanidad o en el conocimiento, e incluso, imponerlo a los demás, como lo hicieron pensadores antiguos como San Agustín, y demás Santos, que imponían la idea de Dios, diciendo que es la idea máxima y el ser perfecto y supremo por excelencia, su libertad de creencia los llevó a creer en dicho entre de perfección.
¿Pero que tal si cuando yo creo algo, pierdo mi libertad? Éste es punto más interesante de estos conceptos, la libertad nos lleva a la creencia, aunque sea de ella misma, pero puede que sin darnos cuenta, (o tal vez si) esas creencias, nos quiten la libertad, nos hagan esclavos de ella e incondicionalmente nos priven de tener otro tipo de conocimientos o creencias o peor aún, prohibir otro tipo de creencias o conocimientos existentes.
El ejemplo mas claro es cuando surgió el Cristianismo, ya que esa creencia era la suprema, y el que no creyera, prácticamente era condenado, Dios era el ser perfecto por excelencia y Cristo su hijo que tomo forma humana para sacrificarse por la humanidad, tales milagros no podían ser cuestionados, eran demasiado divinos para poder siquiera pensar en que podían no ser ciertos, pero finalmente era sólo una creencia, y quien así lo pensara, se condenaba.
Esta creencia por supuesto no es algo malo, pero lo que considero negativo es llevarlo a ese extremo, y el sólo imaginar que toda una época fue regida bajo ese criterio resulta poco alentador para cualquiera que tenga la capacidad de pensar y cuestionar las cosas. La fe en algun tipo de fuerza, o por que no, persona o ente como Dios, no es mala, y tenemos la liberad para poder creer en dicha fuerza o ente, pero lo que no parece ser algo correcto es imponer tales ideas a un grado tal, que privas de la libertad a los demás de creer en lo que ellos quieren, de tener su propias creencias, y viendolo desde un punto de vista de tercera persona, podemos ver que la libertad de una creencia llevo a la privatización de la misma, cosa que suena muy irónica, ¿no? Pero aun así es muy interesante.
Este tema tan amplio que intenté analizar, de ninguna manera podría exponerlo en este corto espacio que tengo para expresarme, pero espero al menos haya puesto a pensar a más de uno, por que tal vez algunos crean que son hombres muy libres, teniendo puestas las cadenas de sus creencias que no los dejan mirar incluso dentro de su mismo horizonte.
Gerardo Santos Pérez.
Un libro: El evangelio de la depresión
Hace 3 años
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