El cristianismo en sus orígenes no es tan claro como pudiera pensarse. Las disputas entre credos generaron la división entre cristianos y gnósticos, por lo que la tradición consideró los escritos de los gnósticos como apócrifos, es decir, como escritos ocultos o escondidos, más este concepto en su uso devino hasta constituirse como una referencia a los textos que implicaban herejía, pues se dudaba de su origen y su autenticidad.
La división de ambas doctrinas surge del análisis del libro de Job, donde este expresa: “La Tierra ha quedado en manos de los perversos, gritó Job. Cubrió los rostros de los jueces; si no ¿dónde y quién es Él?”. Esta pregunta por el mal es formulada como la pregunta por la entidad que encarna y de donde proviene el mal, al utilizar un pronombre como elemento enunciativo. Así, la tradición hablará del mal como ausencia de bien, mientras que el gnosticismo lo asociará con un segundo principio en la misma categoría ontológica que el Bien. Con esto se rompe el dogma de Dios como ser trascendente mayor a todo, y en esencia bueno, y la generación del mundo viene como consecuencia de la lucha entre estas dos fuerzas primordiales. Esto permite a los gnósticos creer en éste mundo como reflejo de la caída de Dios frente a Satanás, quien ha logrado atrapar un sustrato de éste en la materia, por lo que el seguidor de ésta tendencia debí abandonar en lo posible la vileza del cuerpo a través de un rito de iniciación que tomó del cristianismo primero y que fue perdido por la ortodoxia, y que se asemejaba al bautismo.
Debido a la consecución de ciertos ritos cristianos, los maniqueos gnósticos se concebían a sí mismos como los únicos cristianos puros, ya que contenían en su concepción del cristianismo el fin último del hombre, a saber, la destrucción de toda materia que someta la magnificencia de Dios, incluyendo su propia vida, por lo que no había una creencia de Salvación, su compromiso moral residía en extinguir la materia humana que a ellos correspondía y que aprisionaba a Dios, pero ésta labor requería de compromisos éticos que les impedían el suicidio y el homicidio; era la extinción de la materia como aprisionadota del alma, no la extinción del hombre lo que despreocupaba.
Este dogma central hacía de maniqueísmo una religión sin esperanza alguna, y sin embargo producía un fuerte cargo moral debido a la perspicacia de sus argumentos, por lo que, como lo expresa Steven Runciman, “confiados en la verdad de su causa, pero sin esperanzas en su propia salvación, sus hijos iban sin quejarse a la hoguera, y su fe si esperanza ardió junto a ellos.”
Esta doctrina gozó de gran popularidad en la época, aunque su dogma implicaba ya su decadencia, por lo que fue prohibida por la iglesia católica, tachadas de ser sectas secretas que atentaban contra los principios doctrinales, más ese credo, distinto del oficial, solo era secreto en tanto que era prohibido, hecho que se hace evidenciar en el famoso Libro Secreto que contenía sólo una conocida leyenda gnóstica.
Así, el gnosticismo se enfrenta a dos grandes enemigos, uno débil quizá, representado por la iglesia ortodoxa, que hará de el un misterio, misterio que esta latentemente develado; el segundo e invencible enemigo es el corazón de éste dogma, que debido a sus implicaciones marcará su necesaria extinción.
La división de ambas doctrinas surge del análisis del libro de Job, donde este expresa: “La Tierra ha quedado en manos de los perversos, gritó Job. Cubrió los rostros de los jueces; si no ¿dónde y quién es Él?”. Esta pregunta por el mal es formulada como la pregunta por la entidad que encarna y de donde proviene el mal, al utilizar un pronombre como elemento enunciativo. Así, la tradición hablará del mal como ausencia de bien, mientras que el gnosticismo lo asociará con un segundo principio en la misma categoría ontológica que el Bien. Con esto se rompe el dogma de Dios como ser trascendente mayor a todo, y en esencia bueno, y la generación del mundo viene como consecuencia de la lucha entre estas dos fuerzas primordiales. Esto permite a los gnósticos creer en éste mundo como reflejo de la caída de Dios frente a Satanás, quien ha logrado atrapar un sustrato de éste en la materia, por lo que el seguidor de ésta tendencia debí abandonar en lo posible la vileza del cuerpo a través de un rito de iniciación que tomó del cristianismo primero y que fue perdido por la ortodoxia, y que se asemejaba al bautismo.
Debido a la consecución de ciertos ritos cristianos, los maniqueos gnósticos se concebían a sí mismos como los únicos cristianos puros, ya que contenían en su concepción del cristianismo el fin último del hombre, a saber, la destrucción de toda materia que someta la magnificencia de Dios, incluyendo su propia vida, por lo que no había una creencia de Salvación, su compromiso moral residía en extinguir la materia humana que a ellos correspondía y que aprisionaba a Dios, pero ésta labor requería de compromisos éticos que les impedían el suicidio y el homicidio; era la extinción de la materia como aprisionadota del alma, no la extinción del hombre lo que despreocupaba.
Este dogma central hacía de maniqueísmo una religión sin esperanza alguna, y sin embargo producía un fuerte cargo moral debido a la perspicacia de sus argumentos, por lo que, como lo expresa Steven Runciman, “confiados en la verdad de su causa, pero sin esperanzas en su propia salvación, sus hijos iban sin quejarse a la hoguera, y su fe si esperanza ardió junto a ellos.”
Esta doctrina gozó de gran popularidad en la época, aunque su dogma implicaba ya su decadencia, por lo que fue prohibida por la iglesia católica, tachadas de ser sectas secretas que atentaban contra los principios doctrinales, más ese credo, distinto del oficial, solo era secreto en tanto que era prohibido, hecho que se hace evidenciar en el famoso Libro Secreto que contenía sólo una conocida leyenda gnóstica.
Así, el gnosticismo se enfrenta a dos grandes enemigos, uno débil quizá, representado por la iglesia ortodoxa, que hará de el un misterio, misterio que esta latentemente develado; el segundo e invencible enemigo es el corazón de éste dogma, que debido a sus implicaciones marcará su necesaria extinción.
Anabel Andrade C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario