Las concepciones dualistas de la realidad se remiten hasta las antiguas culturas humanas. Ya desde los antiguos egipcios, o incluso desde las viejas culturas indio-americanas, se percibe claramente la necesidad de recurrir a una concepción dualista de lo real para explicar la existencia humana, el origen del mundo y de las cosas que en ella hay y habitan, la aparición del día y la noche, el ciclo cósmico, el ciclo vital, etcétera.
Un conjunto de textos que pueden contribuir en la construcción del sistema “Arqueología del dualismo” son, ciertamente, los Gathas. Como el siguiente fragmento que nos muestra la factibilidad o condición de posibilidad de un dualismo divino.
13. Esto aprendí gracias a Tu liberalidad, ¡oh Aura Mazda!, cuando se acercó a mí (Sraosha, la Obediencia), portadora de Tu Buena Mente. (Y por lo mismo me atrevo a pedir a tu generosidad lo que necesito), con objeto de poder dar a conocer a los hombres los fines verdaderamente sagrados de (tus propósitos) y de tus deseos. (Todo para que les sirva de guía a propósito de los ritos que deben practicar). (En cuanto a mí), concédeme también una larga vida (bendición) que ningún osado puede arrancar de Ti por la fuerza. Y, en fin, el (don) de conseguir ese lugar deseado que obtendré (si no me lo niegas) dentro de Tu Reino.
15. Sí, de Ti aprendí, ¡oh Aura Mazda!, cuando se acercó a mí Tu Sraosha (la Obediencia), portadora de la gracia de Tu Buena Mente (es decir, de Tu poderosa Inteligencia, y me dijo): “Permíteme que (te) enseñe y haga comprender cuál es la mente mejor (el estado del espíritu más) sosegado y sufrido. Así como (que es preciso no permitir) que un hombre principal gane a su casa a los malvados (como adulador que busca ayuda), mientras con (mente sosegada por la fe) Tus santos han traído para Ti, ¡oh Aura!, a muchos pecadores (convertidos y dispuestos a hacer penitencia).”
Otro tanto así sucede con Tomás de Aquino. Pero en este caso, el dominico da pauta para pensar en la mutabilidad de la voluntad divina, probando que Dios no es del todo un ser perfecto, o por lo menos un ente que posee todos los atributos posibles. Aquino sostiene lo siguiente:
“Al parecer la voluntad de dios es mutable. Pues el Señor dice (Génesis, VI, 7): me arrepiento de haber creado al hombre. Pero quien se arrepiente de lo que ha hecho, tiene una voluntad mutable. Por lo tanto dios tiene una voluntad mutable”.
[Santo Tomás de Aquino, Summa Theológica, I. pregunta 29, artículo 7].
Otro argumento de Aquino desde el que podemos rastrear las ricas consecuencias teológicas del dualismo sustancial, es el siguiente: “Las leyes humanas son apropiadas para la gran mayoría de los seres humanos. La mayoría de las personas no son perfectamente virtuosas. Por lo tanto, las leyes humanas no prohíben todos los vicios. …los actos viciosos son contrarios a los actos virtuosos. Pero las leyes humanas no prohíben todos los vicios... Por lo tanto, tampoco prescriben todos los actos virtuosos.
[Santo Tomás de Aquino, Summa Theológica I-II, Cuestión 96, Artículo 2 y 3].
El hombre, ser por naturaleza imperfecto, tiende al vicio y a la virtud de maneras dispares. Mientras que las leyes humanas tienden a hacer del hombre un ser sujeto a la necesidad, también lo impulsan hacia la virtud del alma.
En este sentido el alma, por ser más semejante a lo divino, inteligible, inmortal, sabio, uniforme, indisoluble y que siempre se presenta en identidad consigo mismo; por ser más semejante a lo divino que a lo mortal, multiforme, ininteligible, disoluble, y que nunca se presenta en el mismo estado: entonces, por razones parecidas, de la misma manera que es más inteligente y sensata, el alma es, por tanto, más apta para mandar y gobernar al cuerpo. De otra forma sería arrastrada por él, es decir, por sus deseos, pasiones, temores, amores violentos, sensaciones, percepciones, y se extraviaría, tal y como si estuviera ebria, por el mar de posibilidades del ser. Pero cuando un contrario como la muerte se presenta en un cuerpo, inmediatamente, al llegar la vida, ésta se desplaza o perece para ceder su lugar a la vida, su contrario. Evidentemente hay una exclusión total entre los contrarios. No se admiten ni pueden estar juntos. De manera que, cuando se presenta lo frío (por ejemplo) y llega lo caliente, por participar de la Idea de lo frío “en sí”, no admite a su contrario, lo caliente “en sí”, porque se excluyen mutuamente por ser contrarios. En una palabra, no se toleran.
Un libro: El evangelio de la depresión
Hace 3 años
2 comentarios:
En general, buenas observaciones. Sin embargo, este conflicto que mencionas al final de tu texto puede ser criticado dese la modernidad, pues recuerda que hay un punete entre la mente y el cuerpo y que actualmente es objeto de estudio para las ciencias cognitivas. Por lo que deberías justificar cómo es que, a pesar de que no se toleran (el eleemnto divino y el elemento corpóreo), han de permanecer juntos. Esta observación merece mucha atención y cuidado con el seguimiento de la idea.
Mucho me temo que atribuís a Tomás de Aquino opiniones que no comparte.
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