sábado, 12 de diciembre de 2009

El hombre juguete de Dios

En el Libro de Job, aparece claramente como Job un hombre bueno y virtuoso, quien es solo un juguete con el que juegan tanto los ángeles como Dios. Pues si el Supremo permite que los ángeles, en especial el Diablo, pongan a prueba la fe de las personas, llevando a la destrucción total los productos que él mismo dio al hombre para que los hiciesen suyos; al mismo tiempo, llevase a la degeneración de las personas, dejándolas con el sufrimiento, y estás deseasen la muerte aunque su Rey de los cielos los dejase en este padecimiento.

Pues Dios le otorga permiso al Diablo (aunque hubiera sido otro ángel, ninguno de ellos tiene el derecho para intervenir en la vida de las personas), para probar la fe, de Job. Acaso el Rey de reyes, no conoce todas las cosas y ve todo. Él sabe el daño que nos provoca todo aquello. Quien es el malo: el Diablo que fue el que provoco todos los males a Job y mientras esto pasaba este reía; o acaso fue Dios, quien permitió todo esas atrocidades al hombre. Dios juega con nosotros, como si fuésemos simplemente muñequitos, que no tienen vida; que diversión tiene para nuestro creador, todo los daños producidos unos a otros; si en su caso hubiese sido el Diablo, con mayor razón se diría, que él nos hizo con el propósito de vernos sufrir, destruirnos, entre un monto de barbaries, que nosotros consideramos actualmente.

Entonces no se puede decir que Dios, es tanto bondad como perversidad, este mismo que se esconde en la mascara de un ángel al que denominamos Diablo, y que este sufre por momentos casos de esquizofrenia o bipolaridad. Él pretende remediar los daños que un momento de locura o de enfermedad, este propició.

O quizás somos nosotros mismos los que sufrimos de esquizofrenia, y nos estamos ocultando en dos mascaras. La primera sería la del Diablo, pues es la que nosotros ocupamos más tiempo, para mostrarnos unos a otros en las sociedades, desde la antigüedad hasta nuestros días, y que cuando ya vemos todos los daños producidos por nuestros momentos de locura y enojo con el mundo, intentamos mostrar una nueva máscara, de un ser que es piadoso y que nos va a ayudar a remediar todas las atrocidades de nuestra degenerada sociedad.

Ya seamos nosotros o Dios (junto con el diablo), hemos jugamos como muñequitos en nuestra sociedad de mentiras, de enfermedad, y degeneración. Todos en nuestra esquizofrenia colectiva, producimos dioses por doquier, tratando de aparentar que existe alguien superior y es el causante de todos los males y bienes. Que ha pasado con Job, este mismo que deshizo todas las cosas que produjo, maldijo a la sociedad por vivir en un mundo donde todos estamos apresados; es este nuestro Job, un hombre que le transfiere la culpa a Dios por todos sus males, siendo que antes le temía. Él ha cambiado, se ha vuelto contra todos, prefiere la muerte que seguir viviendo en un mundo de podredumbre, este hombre ha visto la cara de Dios y el Diablo, se ha visto a él, haciendo todas estas atrocidades, que no desea admitir. Y posteriormente la demás gente preocupada por él, intenta que vuelva al camino, mostrándole los errores que tuvo al no aceptar, lo que su creador mando para éste.

¿Qué es lo que intentan? ¿Tratar de seguir guardando la paz en una sociedad que ya esta corrompida? Dios ha dejado caer todos los males sobre si mismo, no quiere que los demás se salgan del camino, para tratar de resguardar, su mundo, su vida, intenta hacer sufrir a otros porque necesita que le teman, necesita que le huyan para que no se den cuenta de que somos nosotros mismos los que pretendemos que exista. Para lograrlo hacemos caer sobre nosotros mismos los peores daños, para evitar que existan ovejas que se aparten del rebaño y encuentren la verdad, nuestra sociedad irreal.

Tenemos tanto miedo de nosotros mismos, que necesitamos de un límite, Dios, pero cuando sobrepasamos ese margen, no queremos admitirlo, nos hacemos pasar por personas tan débiles, tan inseguras, tan necesitadas de ayuda. Jugamos con uno mismo, los otros, todos somos juguetes de los otros, jugamos a divertirnos sin preguntarnos si lo que estoy haciendo esta bien o mal, términos que cambiamos constantemente para no admitir que Dios esta ausente.
Daniel Avila Morales

No hay comentarios: