lunes, 14 de diciembre de 2009

Hacia una arqueología del dualismo

Una pretendida arqueología del dualismo debe comenzar, si en efecto ha de concebirse como tal, por entender y comprender la totalidad de visiones del mundo, de religiones o concepciones de lo real que tiendan a basar su explicación en cualquier clase de dualismo. Porque, en efecto, puede haber un dualismo de corte ontológico que base su dualidad en la distinción entre ser y ente; o puede ser un dualismo de corte metafísico que señale la diferencia entre esencia y existencia; o bien puede hablarse de un dualismo de corte moral o ético que se base en la esición entre bueno y malo, o entre ser y deber ser; o también lo puede ser de carácter epistémico que haga incapié en la dicotomía entre conocimiento y opinión; o podemos hablar, por otro lado, de un dualismo de corte religioso (o sea, de carácter dogmático) que acentúe la separación dual entre vida-muerte, cielo-infierno, luz-noche, Dios-diablo, bueno-malo, etcétera. Esta última clase de dualismo es la que aquí nos interesa examinar.
Ahora bien, si lo que nos interesa es saber es si ha habido formas de pensamiento, modelos de explicación, conceptos, tradiciones o costumbres sociales, religiones o corrientes filosóficas que contribuyan a configurar y constituir una arqueología del dualismo, entonces es conveniente comenzar por los textos de la tradición judeo-cristiana como la Biblia, la Tora o el Corán. Pero, por otro lado, si lo que nos interesa es comenzar a construir este sistema de la arqueología del dualismo, entonces lo más conveniente es comenzar por analizar los primeros pasajes del Génesis de la Biblia, porque se concentran allí, más que en cualquier otro lado, lo gérmenes de la teoría dualista. “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; pues haciendo así amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza”.
[Romanos, 12:20]
Toda religión es producto de una narración. Tal es el caso de la religión judeo-cristiana, cuyo texto principal –la Biblia- es producto de una forma de espiritualidad que llamaremos profética. Los profetas se encargan de narrar lo que sucederá (profesía) o sucedió a traves de visiones o alucinaciones. Algunos de éstos profetas como Job, Juan o Isaias reciben estas visiones porque su forma de vida les permnitió ser del grupo de los elegidos o iniciados. El dualismo remite, por un lado, al principio u origen de todas las cosas y, por otro lado, a su disolución o destrucción.
Lo que esto muestra es que el dualismo se presenta, desde un primer momento, como la única forma o manera de concebir y explicar la existencia humana en su inmediatez, o sea, como un movimiento que va del nacimiento a la muerte, o al revéz; y, por si fuera poco, a partir de una creación ex nihilo, como en la creación del universo. La Biblia dice:
La creación.- 1. Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra estaba desierta y sin nada. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas. Dios dijo: “Haya luz”, y hubo luz. Dios vio que la luz era buena y la separó de las tinieblas. Dios llamó a la luz “Día” y a las tinieblas “Noche”. Y atardeció y amaneció el día Primero.
Si en el primer principio, al principio, existe, antes que todo, Dios, entonces, ni antes ni después de Él había nada. Dios es y existe, pues, al principio y al final de todo. Ni la materia, ni la naturaleza, ni el mundo existen independientemente de Dios: él los concibe en-y-por-sí. Él es quien confiere realidad objetiva a todas las cosas, tanto a las animadas como a las inanimadas. Pero si antes de todo Dios es, entonces ¿qué existía antes del principio, antes de Dios, cuando todo era tinieblas y oscuridad? ¿Porqué Dios crea el cielo y la tierrra si sabía de antemano que todo era caos sin orden como hasta hoy?

1 comentario:

Enrique dijo...

Muy buena observación del dualismo en la religión juedocristiana. Quizá hace falta indagar un poco más sobre la armonía que nace de la lucha de contrarios.