jueves, 3 de diciembre de 2009

EL DUALISMO DEL CRISTIANISMO (PARTE IV). AFIRMACIONES A TRAVES DE LA VISIÓN HISTORICA-FILOSÓFICA.

Como he estado planteando a lo largo de las entradas referentes al cristianismo, me veré en la necesidad, una vez fundada muy superficialmente la doctrina cristiana, de dar mi hipótesis acerca del dualismo, o diferentes dualismos que se encuentran en esta Institución.

Comenzare con el más próximo a nuestra concepción ontológica, y esta es, la dualidad entre Dios y el Hombre. Para este punto, es evidente señalar que la dualidad que se guarda desde el principio del cristianismo es la finitud y mortalidad humana ante la visión eterna e infinita de Dios; por lo que es fácil afirmar que somos creación de Dios. Sin embargo, con las introducciones agregadas al cristianismo se crean más dualidades en las que entra, por mencionar alguna, la maniquea de la lucha del bien y el mal, indicada anteriormente con la simbología de Satanás con Dios. En fin, para no dejar la línea que llevamos, una aportación griega a la lista de los dualismos cristianos es la de (contando con la misma dualidad, finito-infinito, mortal inmortal y sus consecuentes) el alma y el cuerpo. Debemos tomar en cuenta que no es hasta la doctrina agustiniana donde se consolida fuertemente la dualidad ya mencionada de la escuela platónica, y que gracias a esta se da otro caso de dualidad, la cual es el castigo-redención. Haciendo caso a doctrinas cartesianas, tenemos que echarle la culpa a alguien por ser el hacedor del mal, y es aquí donde Satanás entra a ser dual con Dios, una vez más. En la noción de que nosotros no somos tentados y que llevamos una vida virtuosa, nosotros somos recompensados con la aceptación de Dios, y así alcanzamos la gracia divina, pero si pasa lo contrario seremos condenados al castigo eterno, es decir, al infierno.

Ahora pues, solo haciendo una mención muy superficial al fondo de los dualismos cristianos, tomemos en cuenta los dualismos, o mejor dicho los antagónicos que ha sufrido durante su estancia con nosotros. Para empezar, históricamente hablando, los oradores de la iglesia cristiana han acontecido diferentes batallas para lograr establecerse como “la más grande institución” en la edad media, y hasta nuestros días. Tomare en cuenta que, para que dejase de ser una secta más en el Antiguo Imperio Romano, hubo una serie de personajes (los llamaré Judíos Helenizados) los cuales, utilizando la retorica griega, logran persuadir a los intelectuales de aquel entonces para convertirse al cristianismo. Empero, cuando sucedía este ensanchamiento, hubo diferentes acontecimiento para que los cristianos fuesen perseguidos, como la quema de Roma, por ejemplo. Gracias a esto, se llevaron a cabo dos etapas de la historia cristiana, que es la de los mártires ante sus verdugos romanos, y la de los apologetas ante sus opresores intelectuales. Claro esta, trataban de defender sus creencias, y gracias a esta acción surge otra dualidad, la cual es entre cristianos y paganos. De las primeras confrontaciones que tienen estos dos bandos son al redactar la biblia. Cuando esto sucede se crean un puñado de sectas salidas del cristianismo, como el gnosticismo, los arrianistas, los neoplatonistas, los plotinistas y otras más.

No obstante, quien significó una gran dualidad, y esto en toda la edad media, es cuando la Iglesia Cristiana se divide, una vez en el poder, en la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica. Como sabemos, esto pasa al mismo tiempo que el Imperio Romano se divide, y por este motivo en oriente surge el Islam, mientras que en Occidente surgen conflictos entre la Iglesia y los reinados bárbaros germánicos, godos, francos y normandos. Cuando por fin logran calmar los ánimos en Europa y la Iglesia se consolida con poderío, surge otro contrincante con quien luchar, y este es Oriente, dejando como consecuencia las cruzadas a tierra santa. Aunque duran solo un par de siglos, en territorio europeo la Iglesia se aferra a seguir luchando y crea otra situación antagónica, ahora con los herejes. Aunque desde el Imperio Romano tenían fricciones, no es hasta la edad media cuando la Iglesia empieza su persecución (es irónico que cuando comenzaron a expandirse como doctrina, fueron perseguidos, y que una vez estando en el poder, se convirtieran en perseguidores). Gracias a este hecho, se instaura la Inquisición, y esta perdura hasta siglos posteriores al Medievo. Y justo con la perdida de la Inquisición se da otra dualidad, y es cuando en el siglo XVI llega la Iglesia Protestante, la cual quiebra por completo a la Iglesia y a los Reinos, y para darle a estocada final, llega la ultima dualidad que ha tenido hasta nuestros días, y esta es la lucha de la verdad entre la Iglesia y la ciencia. Como sabemos, desde que comienza el siglo de las Luces hasta el día de hoy, la ciencia le ha ganado todas las batallas a la Iglesia, y aunque esta no se da por vencida, la Ciencia sigue con ese poder que le quito en ese entonces, aunque para muchos no ha llenado el gran hueco que dejo Dios y la fe y por consecuencia ha llevado a la humanidad a un estado casi incrédulo, por que no se llevo consigo la verdad absoluta, o la divina gracia, sino muchas cosas más.

En fin, espero que estas pequeñas entradas hayan sido de todo interesantes para quienes fisgonearon en ellas, y debo pedir algunas disculpas a quienes me pidieron citas y aquellos que pedían más seriedad o formalidad. Mi objetivo siempre se sostuvo en ver la dualidad en el cristianismo y abrir las puertas a quienes quisiesen seguir esta línea. Por esto fue que abarque algunos periodos, tanto del pensamiento filosófico tanto como de su marco histórico, aunque no negaré que, si profundizaba bastante, estas simples entradas se convertirían sin exagerar en una tesis, y ese no era el punto, sino solo dar un punto de vista acerca de lo que creo de este caso, basado tanto de lectura como de doctrinas de algunos doctores de la Facultad, así como de las creencias religiosas tanto clericales como de creyentes. Sin más que agregar a este texto, quedo por sentado toda mi opinión y creencia en ella.

Juan Manuel González Hernández.

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