domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Sin bien ni mal?


¿Por qué siempre el bien sobre el mal? ¿Es acaso necesaria esa superioridad de lo que es correcto?
Definamos “bien” como lo hace el diccionario de la Real Academia Española: “Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal.”
Ahora definamos “mal” desde la misma fuente: “Lo contrario al bien, lo que se aparta de lo lícito y honesto.”
Entonces, “El bien” incluye la perfección (independientemente de las objeciones que se tengan contra esta definición, tomémosla como un dogma de fe, por el momento, para los fines de este escrito, una vez entendido, pueden desfundamentarlo desde las definiciones dadas) lo que nos da que si “el bien” es perfecto, entonces “el mal” es todo lo contrario, podríamos decir que lo “imperfecto” pero seamos más extremistas y hablemos de “El mal” como lo “anti-perfecto” (tal y como lo ha hecho la cultura occidental), he aquí una explicación: si se toma como lo imperfecto, corremos el riesgo de que todo lo que hagamos, si no es perfecto, se convierta en algo malo. Para no caer en esto se llega a que hay distintos grados de perfección, pero si esto es así, entonces debe haber una “perfección perfecta” que sería el más alto grado de perfección y es a ésta a la que llamaré “El bien”. Ahora bien, si hay distintos grados de perfección, a su vez hay distintos grados de imperfección y de estos debe haber una que esté en su grado más alto, ésta será “El mal”. Es por ello que será mejor si tomamos a “El mal” como lo anti-perfecto, y a “El bien” como lo perfecto. Una vez aclarado esto, prosigamos con las preguntas en un principio planteadas, El bien siempre triunfa sobre El mal, o al menos así pareciera que debe de ser, ¿si invirtieran papeles qué pasaría? Simple, pasaría prácticamente lo mismo sólo que de manera simétrica, tal como el reflejo de uno mismo frente al espejo. “El mal” sería superior dejando a su contraparte “El bien” como algo que o no se debe de hacer, o no se suele hacer, tal y como lo es “El mal” normalmente, sería el mismo mundo pero visto desde diferentes perspectivas. Es por ello que lo que es bueno para algunos es malo para otros. Siendo esto así ¿cómo librarnos de esas perspectivas parcializantes? quizá la respuesta sea que no tomando partido ni de “El bien” ni de “El mal”, pero ¿qué tan posible es eso? Al no actuar de buena forma estás actuando de mala forma y viceversa, puesto que los términos medios son también algo bueno o malo pero en diferente grado, es decir, no se libran de una valoración. Entonces “el bien” y “El mal” deberían dejar de existir, para que no se pudiera hacer una valoración (de las cosas) que parta de ellos y eso es imposible. Es por eso que creo que la superioridad de una de las partes es necesaria, pero porque no puede no serlo, y que sea “El bien” esta parte superior, no me parece ni extraño ni que deba ser de otra forma, pues es la que más le ajusta al ser humano para poder existir y sobrevivir.


Erick Hernández Andrade

1 comentario:

Enrique dijo...

El argumento de Aristóteles en la Ética viene a encajar muy bien con lo que propones en las líneas de tu texto cuando te refieres la proporción de cada cosa.
El tema merece especial atención pues es extenso, sin embargo, das un buen punto de arranque.