Alguna vez en nuestra vida, todos (o casi todos) nos jactamos de haber tenido un amor imposible, sea bien correspondido, mal correspondido, por lejanía, etc. pero por alguna razón imposible. Pues así pareció haber sido el caso de Raymundo Lulio. Cortesano y juglar, un poeta de vida alegre y no del todo “tranquila”, podríamos decir que es la etapa de la vida en que sólo se busca diversión. Así fue Lulio hasta que tuvo apariciones de Cristo, las cuales lo hicieron cambiar radicalmente. Fue un amor a primera vista. A partir de ese acontecimiento, Raymundo Lulio (también conocido como Ramón Llull) dedicó su vida al servicio de su amado: Dios. Un implacable deseo de convertir a todo el mundo al cristianismo, lo caracterizó y también quizás fue una parte importante de su muerte, este punto, pues no todos querían ser convencidos de la religión verdadera de Llull. Este amante en vez de cortar flores, convertía infieles, y en vez de espinarse con ellas, era apaleado por estos de vez en cuando. A su vez no estaba muy conforme con algunos de los “parientes” de su amado en la tierra, obispos, papas y sacerdotes, pues, entre otras cosas, no le daban su apoyo incondicional para cumplir lo que creía que quería su amado, que era reunir más flores para su jardín (de Dios). Sin embargo ni siquiera eso lo detuvo en sus ansias de amar a Dios, y mediante el uso de una inteligencia notable, por medio de herramientas lógicas (como el Ars Magna) demostraba que el camino al cristianismo era el verdadero. Así fue este amante, Raymundo Lulio, que sin embargo, no parece haber sido del todo correspondido pues primeramente, ¿cómo podía obtener señal de aprobación por parte del amado? Ni un guiño, ni una sonrisa, ni una llamada, lo único que había tenido era ese primer encuentro que jamás olvidaría. Segundo, este amor era un amor de lejos, y eso es de pensarse… mientras Llull vivía en un mundo terrenal, Dios, su amado, se encontraba en el Paraíso, a indefinidos mundos de distancia. Sin embargo había una esperanza que lo mantenía en este amor, la esperanza de un amor eterno, más allá de éste mundo, la esperanza de la inmortalidad del alma en el reino de Dios. Entonces no fue imposible, fue y aún es posible, más no seguro eso es claro. Sin embargo hay que preguntarnos: ¿qué pasaría si el amado no existiera?
Erick Hernández Andrade
1 comentario:
¿Hay una lectura del amor en Raymundo Lulio? No conozco mucho del autor pero sería muy bueno que hicieras mención de ello, si es que hay tal noción.
Tu última observación (que más bien es una pregunta) es muy buena, de hecho excelente, ¿podrías anticipar alguna respuesta?
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