"Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor,
pero la violencia se practica a plena luz del día"
John Lennon
A que grado hemos llegado en nuestra sociedad, que nos escondemos con aquellas cosas nos producen felicidad, mostrándonos en la intimidad como realmente somos, personas que siente, temen, sueñan, entre otras cosas que nos caracterizan como gente viva. Mientras en la calle a la vista de todos nos comportamos, como bestias, individualistas, seres horribles, que intentan dar miedo a otras para que no se les ataque.
Acaso nos sentimos tan avergonzados, por nuestros sentimientos, por ello nos ocultamos, viviendo con una doble cara, dos personalidades, que cuando se atraviesa una línea imaginaria dejamos nuestros apasionantes sentimientos, poniéndonos un disfraz ante la sociedad que, constantemente se burla de otros, porque necesita resguardar su vida, bufándose de los demás, para no ser el blanco de atención y que vean su interior (sus sentimientos). Somos hipócritas unos con otros, nadie muestra quien es, y cuando se muestra, se hace con aquellas personas que nos parecen de confianza, nos mostramos tales como somos, no nos limitamos, pero siempre con ese miedo, de que nos traicionen. De ahí que entre nosotros vivamos como carroñeros, lastimando unos y otros, para que no vean quienes somos, personas que nos sentimos inferiores y cuando se nos presenta la oportunidad, atacamos para que no nos dañen antes.
Pero que pasa con aquella gente, que se muestra tal cual es, un hombre que es una bestia, alguien que no siente el mínimo respeto por lo otros, acaso el no hace el amor, en plena luz del día. Gozando, haciéndose uno con el todo, en su estado de anarquía, esta bestia como muchos la denominaríamos, es el que no le importa la demás gente, se muestra en su constante amor, su violencia contra los demás, aunque él no lo concibe así, sino que no nos tiene miedo y se abre ante los ojos de todos. Sin embargo, dependería de mucho el tipo de sistema donde uno viva, pues si éste que vive en una anarquía, ¿dónde estaría la violencia?, sería evidentemente cuando se le obligara a dejar de hacer lo que siente, ese sería su violencia a plena luz del día.
En cambio, cuando se vive en una sociedad donde la misma gente produce sus leyes, reglas o normas, la violencia estaría cuando nuestro anarquista atentara contra la tranquilidad de la sociedad, pero aun así se le esta produciendo violencia en contra de éste, pues se le esta obligando a que censure su amor, mientras pretenda vivir, en aquella comunidad. Pero no pasa lo mismo con las demás personas, pues cada uno de nosotros tiene un anarquista dentro de sí, y que de alguna manera atentamos unos contra otros, y nos estamos sometiendo nuestro amor, esa sensación donde ya no es uno solo, sino que es parte del todo.
En nuestra sociedad actual, se nos esta educando para que consideremos aquellos valores de bienestar de unos con otros, como aquellos que nos van ayudar a llegar a ese amor, mientras que aquellas que producen daño, solo los tomemos como cosas que atentan contra nuestro bienestar, es decir, llegar a nuestro amor. Pero qué pasa cuando se hacen uso de esos valores y leyes, se producen daños a otras personas. Entonces cada cosa que produzcamos y hagamos solo nos llevarán, a que nuestro amor se esconda, en la intimidad, pues es este único lugar donde uno puede ser uno mismo, pues frete a otros de alguna forma causamos daño, o que sentimos tanto miedo que no deseemos admitirlo. Solo humanos que deseamos ser animales, por que ellos no se ocultan, se dejan ver, se muestran tal como son, por que son ellos, mientras nosotros a todo le ponemos máscaras y en especial a nosotros. Somos seres que aman a escondidas, porque la violencia nos daña, porque otros mostraron su amor en público.
Daniel Avila Morales
1 comentario:
Buena tu crítica...ya ha sido señalada muchas veces por muchos autores y personas no necesariamente intelectuales, desde hace mucho tiempo. Sin embargo, sería muy pertinente que, además de exponer la crítica, expongas también una posible solución a la hipocresía. ¿Qué tan nociva puede llegar a ser?
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